Una bella historia habla de dos hermanos que se dedicaban a cuidar a sus
ovejas. Cuando su padre falleció el hermano mayor se hizo cargo del rebaño
buscando beneficiarse con las ganancias que obtenía al esquilarlas, dejando la
labor de cuidador a su hermano menor.
Un verano se le ocurrió a Gabriel, el hermano mayor, esquilar al rape a las
pobres ovejas, los comerciantes le pagaron mejor pero curiosamente, con el
pasar de los días estas fueron desapareciendo; el menor, que se llamaba Pedro
le dijo a su hermano que no siguiera esquilando de esa manera pero Gabriel no
hizo caso hasta que simplemente les quedaron 3 ovejas viejas.
Un día de mayo Gabriel alistó los cuchillos para esquilarlas y al verlo las
ovejas escaparon a toda marcha. A los hermanos no les quedó más que buscar
trabajo subiendo la montaña que se encontraba al frente de su casa.
En el camino escucharon música, se acercaron al sonido y divisaron a un pastor
apacentando a un rebaño de mil ovejas. Inmediatamente Pedro se acercó para
pedir trabajo, el anciano respondió que necesitaba un esquilador y Gabriel se
ofreció.
El anciano llamó al rebaño... de lobos, asustado, Gabriel se escondió detrás
del pastor que dijo, “si logran esquilar a estos lobos, serán suyos, sino ellos
los perseguirán hasta donde vivan ustedes” Inmediatamente Pedro agarró las
cuchillas y esquiló a los lobos uno por uno de forma apropiada, dejándoles un
poco de pelo, cuando acabó el anciano le dijo: “este rebaño es tuyo, de ahora
en adelante te harás cargo de ellos y tu hermano te ayudará a cuidarlos”.
Aterrorizado por la idea Pedro iba a responder hasta que milagrosamente los
lobos se convirtieron en ovejas ¡Eran las ovejas que escaparon de su llanura! Y
el pelo se convirtió en delicada lana.
Así Gabriel aprendió una lección de humildad y Pedro se hizo cargo del rebaño.
Esta historia se puede repetir dentro de algunas familias e iglesias, Lucas
12:15 dice: “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del
hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”
La
raíz de todos los males es el amor al dinero, la codicia mueve a las personas a
obrar mal y tomar decisiones equivocadas que tarde o temprano determinan su
caída, no importando el rango o la jerarquía social.
“Porque ¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” Marcos 8:36
(RVR1960)
Hola, espero que estés bien, déjanos conocer tu opinión, y sobre todo no te olvides de compartir, bendiciones.
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