Y Dios... Ios creó hombre y mujer
Cuenta una leyenda oriental que Dios creó a Adán una sola vez, pero a Eva unas cuatro veces. Así me lo narraba un Padre.
“Al principio Dios creó a Adán, y no
pensó en crear nada mejor. Adán era
feliz entre el verdor, el agua pura..., feliz por haber sido creado y por sentirse libre
Pero después de algunos meses Adán
comenzó a sentirse
triste. Era feliz pero nada de lo que
veía o hacía le satisfacía.
Dios
notó que Adán ya no era el mismo, y le preguntó:
- Adán,
¿qué es lo que te preocupa tanto? ¿Te falta algo para completar tu felicidad?
Y Adán respondió:
- Señor,..., si no es
demasiado pedir, quisiera a alguien con quien poder compartir con alegría lo que
veo, siento y amo.
Dios le mandó
dormir, y cuando despertó encontró a su lado la mayor maravilla que sus ojos
habían visto hasta
entonces. Pero no se lo
creía. Dios le preguntó si estaba contento, pero Adán no respondió. Estaba extrañado.
Había pedido compañía, sí,
pero Dios había exagerado.
Miraba una y otra vez, y
cuando ella le sonrió Adán comenzó a saltar y a dar vueltas de alegría.
Transcurrieron seis meses.
Adán estaba triste otra vez.
Dios volvió a
preguntarle:
- ¿Qué pasa, Adán? ¿No
eres feliz nuevamente?
Y Adán contestó
que no quería ser ingrato, y que la mujer era un encanto, pero que prefería
que se la llevase otra vez. Y le habló así a Dios:
- Ella es bella y
graciosa, encantadora, pero me ha quitado la libertad. Ya no puedo ir donde
quiero, me contradice en todo momento, exige que me limpie antes de entrar en casa...,
tarda en salir cuando quiero ir a pasear, me despierta a deshora, quiere cariño cuando yo no tengo
deseos, y
cuando yo quiero ella
no quiere, llora por cualquier motivo, se enoja y es obstinada...
-En suma ‑dijo Dios‑,
ya no te gusta.
-Señor, me gusta, pero
no vale la pena vivir con ella.
Llévatela. Quiero mi libertad
otra vez.
Dios se la llevó
y, al cabo de dos meses, Adán estaba triste y se lo confesó a Dios.
- No lo tomes como
ingratitud, pero se trata de Eva. Te pedí que te la llevases, pero la extraño. Soy
libre, pero
en todas partes me parece oír
su voz, ver su sonrisa, sentir su cariño. Creo que no vale la pena
ser libre sin
ella a mi lado...
Y Dios le
devolvió a Eva.
Pasaron
dos años más y por tercera vez Adán se indignó y pidió a Dios que se la llevara. Y Dios se
la llevó, pero Adán cayó en la depresión.
Entonces Dios
prometió devolverle a Eva. Pero exigió:
-Adán. Vamos a terminar este
juego de niños. O aceptas a Eva con sus limitaciones, porque ella también tuvo
que soportar muchas cosas tuyas, o te quedas solo en el paraíso, con
tus monas y tus orangutanes. Piénsalo bien, porque si me la llevo otra vez ¡no te la devolveré
más!
Adán se rasco la
cabeza. Pidió un plazo y fue a reflexionar en la caverna.
-Vivir con ella es un
infierno, pero también hay momentos agradables. Vivir sin ella siempre es un infierno.
Es mejor vivir con ella que
solo.
Y se quedó con
Eva. Así nació el matrimonio indisoluble”.
(P.
Zezinho. Dios me llamó)
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