Nadie me entiende, Señor; entiéndeme Tú, que eres bueno; mira mi corazón, que soy desventurado e incomprendido; guárdame junto a Ti, que no tengo dónde pasar la noche, y mi pobre corazón está golpeado, hasta el límite, por el frío. ¡Cuando todo me va mal, Señor, sé Tú mi amigo! Aunque no me acuerdo mucho de Ti, te llamo ahora; sálvame, líbrame de este momento desconcertado y duro; tenme piedad, Señor, pues te busco como a mi Dios, y ante tu amor y ternura, créeme: ¡de Ti no huyo! ¡Cuando todo me va mal, Señor, sé Tú mi amigo! Recrea mi corazón, que ha perdido el sentido de la fiesta; Tú que eres bueno e indulgente, dame aunque sea un respiro; Tú que eres rico en amor para los que te invocan, a Ti levanto mi alma tensa y frágil, como un grito.
¡Cuando todo me va mal, Señor, sé Tú mi amigo! En el día de la angustia y depresión yo te invoco; yo sé, estoy seguro que me vas a dar una respuesta; como Tú, oh Dios, no hay nadie parecido, nadie tan cercano, que se interese por el dolor del necesitado tirado en la calle. ¡Cuando todo me va mal, Señor, sé Tú mi amigo! Sólo Tú eres grande, sólo Tú haces maravillas con nosotros, deja en mi vida un signo de tu ternura y bondad; deja en mi corazón la señal de tu paso, de tu gracia, para que mi pobre fe se haga fuerte al caminar.
¡Cuando todo me va mal, Señor, sé Tú mi amigo! Concentra mi corazón en el temor de tu nombre; aprieta todo mi ser entre tus brazos de Padre; enséñame tus caminos y ábreme a la luz de tu verdad, y sé para mí como la ternura de una madre ¡Cuando todo me va mal, Señor, sé Tú mi amigo! Gracias de todo corazón porque me has respondido; daré gloria por siempre a tu nombre, Dios del hombre; te alabaré aun en medio de mis días fríos y grises; Tú me has librado, en el fondo de mi alma, de un duro azote.
¡Cuando todo me va mal, Señor, sé Tú mi amigo! Has dado fuerza a tu siervo, a tu amigo que te busca; no me dejes volver a caer en las redes del pecado; da fuerza a mi corazón descontrolado y loco, y que tu Espíritu de Amor camine siempre a mi lado. ¡Cuando todo me va mal, Señor, sé Tú mi amigo! Gracias porque, cuando todo va mal y no tiene salida, eres Tú la puerta abierta a mi llanto y a mi pena; gracias porque eres amigo del que sufre y desespera, y te haces presente, llenando de alegría su tristeza. ¡Cuando todo me va mal, Señor, sé Tú mi amigo!
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