YO SOY TU... SANADOR

¿Quién de nosotros no ha padecido enfermedad? Todos, absolutamente todos, hemos padecido algo en alguna vez en nuestra vida. Sea un dolor de cabeza, un dolor de muelas, una torcedura de tobillo, un catarro o gripe, hasta casos mas graves como un cáncer, un SIDA, diabetes o cosas similares. Desde que somos bebes ya nos estamos enfermando.

Nos inyectan con virus es para hacernos inmunes a ellos, cuando somos chiquititos nos ponen vacunas para inmunizarnos. Y, ¿acaso esto ayuda? Verdaderamente no, porque seguimos enfermando.

Ahora bien, el plan de Dios nunca, nunca fue que estuviéramos enfermos. La enfermedad vino a consecuencia del pecado original, de la caída de Adán y Eva (Génesis 3:15-19), hasta que llegamos a la muerte. 

La muerte siempre viene porque enfermamos de algo, sea un infarto, un derrame cerebral o algo adicional o similar a esto. Es decir, Dios nunca planificó la enfermedad para nosotros. Es decir, la enfermedad es una maldición a consecuencia del pecado original. Viene por desobediencia a Dios.

La Biblia, al mostrarnos esta realidad, nos da a entender que si Dios no tuvo esto como Su Plan original, entonces, esto no proviene de El. Y si no proviene de El, ya sabemos que proviene del enemigo de las almas. Pero, si viene del enemigo, Dios entonces no creó la enfermedad. Esto vino a consecuencia de la desobediencia del hombre, y esto significa, que esto son consecuencias.

La Biblia muestra, por todo esto que hemos dicho, que entonces, Dios no tiene nada que ver con la enfermedad y que entonces, Su Plan es que seamos sanos, tanto emocionalmente como de nuestros cuerpos. Hay muchos versos en la Biblia que nos identifican a Dios como Nuestro Sanador:

Génesis 20:17: Entonces Abraham oró a Dios, y Dios sanó a Abimelec, a su mujer y a sus siervas, las cuales tuvieron hijos: Aun cuando fue un pueblo enemigo del pueblo de Israel, Dios mostró misericordia y dio hijos a Abimelec y les sanó.

Proverbios 3:7-8: No seas sabio en tu propia opinión, sino teme a Jehová y apártate del mal, porque esto será medicina para tus músculos y refrigeri  para tus huesos:

El  ser  sabio  en  nuestras  propias  opiniones  nos  trae  enfermedad  porque  no   estamos tomando a Dios en cuenta para nuestras decisiones, pero si tomamos a Dios en cuenta para nuestras decisiones esto nos dará sanidad en nuestro ser. Es decir, si nos apartamos del mal y del pecado nos traerá sanidad. Recordemos que la enfermedad vino a consecuencia de la rebelión contra Dios (comparar con el Salmos 38:3).

Jeremías 33:6: Yo les traeré sanidad y medicina; los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad: Dios promete darnos sanidad y traer medicina a nosotros y revelarnos en abundancia de paz y verdad, es decir, El será nuestro proveedor, amen.

Mateo 14:34-36: Terminada la travesía, llegaron a tierra de Genesaret. Cuando lo reconocieron los hombres de aquel lugar, enviaron noticia por toda aquella tierra alrededor, y trajeron a él todos los enfermos; y le rogaban que los dejara tocar solamente el borde de su manto. Y todos los que lo tocaron, quedaron sanos: Jesús vino a sanar a todos los enfermos. La gente le reconocía como alguien diferente y como alguien que si hacía cosas por ellos y El les sanaba a todos porque el plan de Dios nunca fue que fuéramos enfermos.

Lucas 7:7: Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: –Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo, por lo que ni aun me tuve por digno de ir a ti; pero di la palabra y mi siervo será sanado: Cuando creemos en Jesús con fe sabemos que El nos sana y que aún de lejos El nos puede sanar. Todo es cuestión de creer en El. El envió la Palabra y el siervo de este jefe del ejército sanó (verso 10).

Lucas 7:12-15: Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, que era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad.  Cuando  el  Señor  la  vio,  se  compadeció  de  ella  y  le  dijo:  –No    llores.

Acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: –Joven, a ti te digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre: Ni la muerte puede resistir a Jesús. El no levantó a este joven, sino a la hija de Jairo (Lucas 8:40-56), Lázaro (Juan 11:1-44) y al final, los que han creído en Jesucristo (1ª Tesalonicenses 4:16-17).

Hechos 5:14-16: Los que creían en el Señor aumentaban más, gran número de hombres y de mujeres; tanto que sacaban los enfermos a las calles y los ponían en camas y camillas para que, al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos. Aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén trayendo enfermos y atormentados de espíritus impuros; y todos eran sanados: Jesús le dio a Sus Apóstoles lo mismo que El tenía, que es poder para sanar a los enfermos (Mateo 10:8)  y cuando El los envió les entregó lo mismo. Pedro fue usado de una manera tan espectacular para sanar a todos los enfermos que tan solo su sombra los tocaba y los  sanaba, y Pablo solo enviaba pedacitos de su delantal para que los enfermos fueran sanados (Hechos 19:12) y también fue usado para levantar muertos (Hechos 20:8-12).

Por las heridas de Cristo en la cruz nosotros recibimos nuestra sanidad. Para ser sanos hay que creer en que El nos sanó ya porque parte del plan de Su Muerte fue para esto, para traer sanidad y refrigerio a nuestros cuerpos. El plan de Dios fue dar a Jesús para que nos traiga sanidad a nosotros. Si crees puedes ser sano porque Su propósito es ese.

Ministración:
Léele a todos Santiago 5:14-16. Pida a todos a pensar en alguna enfermedad que hayan tenido o que tengan. Haga un llamado para orar por los enfermos. Háblales de la fe para sanidad y ora por ellos. Pon manos sobre ellos y ora por cada uno, úngeles con aceite como dice la Palabra para que sean sanos. Si disciernes por medio de los dones que hay ataduras para enfermedad échalas fuera en el nombre de Jesús.

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