SALMO 36 - SALMO PARA SABER ESPERAR

Señor, a veces no veo claro; parece que triunfa el mal. Señor, me siento rodeado de juego sucio e injusticias. Siento a mi lado la ley del más fuerte, le ley de la selva. Y tengo momentos, Señor, que parece que todo va contra el muro. Y Tú me dices, Señor, que el mal como hierba tierna se marchita. ¡Es tu palabra! Yo tengo confianza en ti, Señor, y he hecho opción por el bien; quiero vivir en la tierra dando vida y crecer desde la paz; yo pongo en Ti los intereses más profundos de mi vida y estoy seguro, Señor, que me darás lo que pide mi corazón.

En Ti he puesto mi suerte, Señor, y no en el juego sucio; espero que harás brillar sobre mí tu justicia; confío que tu derecho y tu ley orienten siempre mi camino. Yo vivo en calma junto a Ti, Señor, y espero en Ti; que mi corazón no se acalore con el que prospera a base de mentira. Yo estoy seguro, Señor, que poseeré la tierra si tengo paciencia. Yo estoy seguro, Señor, que poseerán la tierra los humildes, y que gozarán, como hermanos, de inmensa paz. ¡Es tu promesa! Señor, aunque el justo se vea acorralado por el hombre sin piedad, Tú, Señor, sabes que el mal ha sido vencido por el bien. No dejes, Señor, que el poderoso abata al mísero y al pobre; no dejes, Señor, que el hombre de conducta recta sea eliminado.

Tú sostienes los brazos cansados del que en Ti espera, mientras, poco a poco, los planes del opresor caen por tierra. Tú conoces el corazón, Señor, del hombre honesto y sincero, y preparas para él una herencia eterna sentado a tu mesa; Tú estarás al lado del pobre y oprimido en tiempo de desgracia, y en días de escasez llenarás sus manos de abundancia. Señor, tú bendices al que cuenta contigo en su vida, y al que te rechaza, esperas a que cambie su corazón duro y ciego.

Tú guías los pasos del hombre, Señor, cada momento, con mano firme; y cuando el hombre cae, Tú le tiendes tu mano salvadora. Yo sé, Señor, que al que cree en Ti, nunca lo abandonas; y que el pan de cada día nunca faltó en su mesa.

Señor, que mi corazón se aparte del mal y obre el bien; que camine junto a Ti y sea siempre del grupo de tus amigos. Tu tierra, Señor, toda la tierra, será poseída por el hombre justo; el hombre malvado quedará solo y estéril como tierra reseca. Tu ley, Señor, está en el corazón del hombre que te ama, y sus pasos no vacilan aunque a veces camino solo. Señor, yo espero en Ti y guardo la norma de tu camino; yo espero la herencia de tu tierra, porque así lo prometiste.

Aunque el hombre malvado, Señor, sea arrogante y orgulloso, caerá como árbol derribado por la tempestad en la noche. Dame un corazón íntegro, un corazón sencillo y humilde, y que, en medio de los hermanos, sea siempre hombre de paz. Que tu salvación acompañe día y noche el sendero de mi vida, y, aunque sea acorralado por el hombre sin conciencia, que tenga siempre claro que el único Señor de la Historia eres Tú.

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