SALMO 6 - SALMO EN SITUACIÓN LÍMITE

Ten paciencia conmigo, Señor, y espera que de nuevo vuelva. No hagas caso de mis palabras, que tantas veces fallaron. Sopórtame, aguántame, sé compasivo conmigo, Señor, que, a pesar de mis pecados, en el fondo, es a Ti a quien más quiero.

Da tiempo a mi proceso, Señor, que soy como un niño débil, y aguarda a que de nuevo te deje de dar las espaldas. Mírame, Señor, mírame, que estoy sin fuerzas y he caído como una hoja de otoño en el camino.

Mírame, Señor, que tengo el alma golpeada y rota y no consigo levantar mis pobres alas en vuelo. Sáname, Señor, Sáname, que siento el corazón desmoronado y mi casa se ha hecho un montón de escombros. A Ti grito, a Ti clamo, por Ti lloro y en Ti espero aunque los miedos y la inseguridad me tienen abrumado.

Señor, ¿Hasta cuándo seguiré así? ¿Dónde estás? Acércate a mí, Señor, como buen samaritano y venda mis heridas; pon tu ternura y tu misericordia en mis pobres llagas; llévame contigo, no me dejes tirado en el camino, que de nuevo volverán los salteadores.

Da paz a mi corazón oprimido y angustiado; devuelve la calma a mi alma sumida en profunda noche; sálvame, por tu amor, que me siento perdido y solo; sácame de esta situación que me llena de tristeza. Señor, ¿Hasta cuándo seguiré así? ¿Dónde estás? Estoy extenuado de gemir, de sollozar, de gritar mi pena y cada noche mis lágrimas me hacen compañía.

Como una nube negra y pesada sobre mí está el tedio y la apatía, que me dejan cansado y oprimido y sin ganas de vivir. Me siento desfallecer y mi corazón está cansado. La vida para mí, Señor, no tiene sentido y me encuentro contra el muro.

Mis pies están inseguros sobre la arena de mi desierto y mis manos han tocado el techo de mi vida. ¿Dónde estoy? Señor, ¿Hasta cuándo seguiré así? ¿Dónde estás? No tengo razones para vivir y la vida es para mí un punto negro.

Cuando respiro, mi aliento no llega al fondo y me ahogo en medio de mis miedos y fracasos escondidos. Estoy como estuviste Tú, Señor, en la noche del huerto, cuando tu corazón se moría de tristeza. Estoy tenso, estoy en conflicto, no hay luz en esta noche  y se han escondido, una a una, todas las estrellas.

Señor, ¿Hasta cuándo seguiré así? ¿Dónde estás? Enséñame, Señor, hombre de dolores, a orar mi sufrimiento. Enséñame a gritarle al Padre mi problema y mi pecado. Enséñame a que busque la voluntad de Dios en esta cruz y que espere, como tú esperaste, confiado en el amor del Padre.

Señor, yo sé que has oído mi súplica; que has sentido mi dolor; yo sé, Señor, que estás tan cercano a mí que me impide verte. Yo sé que has oído la voz de mis sollozos y el dolor que no se grita; yo sé que el aliento volverá a mi vida, porque eres Dios de la vida; yo sé que estás aquí y compartes mi cansancio y mi problema; confío en tu bondad y compasión en esta hora y espero verme de nuevo en marcha por el camino.

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