Padre soy yo, tu hijo, el que más desvalido y
triste se siente hoy. Por favor, ayúdame. Sé que me he separado de ti, pero Tú
nunca me has dejado. Te suplico, hazme sentir tu amor y protección.
Tengo miedo. Me siento solo, abatido y sin ganas
de seguir adelante. Me siento desesperanzado y triste, sin deseos de vivir. Me
siento confundido, herido y no sé a quién pedir auxilio. Me siento derrotado,
traicionado y con unos deseos enormes de ya no despertar jamás.
¿Me escuchas Padre?
¿Dónde
estás mi Señor ahora que te necesito? Siento miedo, mucho miedo. Tengo
miedo a vivir, no entiendo nada, no sé a dónde voltear ni en quién confiar
porque todos me han dado la espalda. He tratado de dirigir mi vida de la mejor
manera que podido, pero ¿sabes Padre? nada me ha funcionado y siento que ya no
puedo más.
Mi corazón está roto y mi alma abatida. A mi
vida le falta algo y sé que ese algo eres Tú. Pero
no sé ni cómo hablarte, no sé cómo encontrarte, no sé dónde estás. No sé cómo
dirigirme hacia ti. Escucho que estás en todas partes.
Entonces, ¿por qué yo no te encuentro? ¿Acaso te
escondes de mí? ¿O será que soy yo quien no me he dejado encontrar por ti? Aquí estoy Padre bueno. Por piedad mírame, ten
compasión de mí porque me faltan las fuerzas y aliento para seguir adelante con
mi vida.
Yo no escucho tu voz, mi Señor, pero Tú si estás
escuchando la mía, acude a mi plegaria y ayúdame, rescátame de mí. En tu
Palabra dices que vayamos a Ti los que estemos cansados y agobiados. En
obediencia a esa palabra de Vida acudo a Ti porque justo así me siento yo
Padre.
¿Me escuchas Padre, sabes que yo te grito, sabes
que estoy aquí? Sé que sí, mi Señor, porque
tengo la certeza de que la única oración que no escuchas es aquella que no te
dirigimos…
Me encuentro vacío y no sé por qué, aunque al
mismo tiempo sí lo entiendo, me encuentro vacío de ti. He pretendido llenar mis
huecos con dinero, con antidepresivos, con todo eso que me haga sentir euforia
y felicidad, pero estas no duran en mí, rápidamente se alejan.
Ahora reconozco que solo necesito de ti, de ti
que no sé cómo pedirte, de ti que no sé dónde encontrarte. ¿Sabes? Deseo amarte
con toda mi alma y que Tú mi Señor seas el centro de mi vida. También deseo
permitirme ser amado y aceptado con todas mis miserias.
Me rindo ante tus pies. He tratado de resolver
todo en mi vida pensando que no había un Dios, que no existía ese todopoderoso
y me doy cuenta de que me equivoqué porque mis fuerzas humanas ya se agotaron.
Hoy reconozco que en mi límite encontré a un
Dios que no tiene límites. Padre bueno, ya no deseo lastimarte, ya no deseo
ofenderte con mi desesperanza y con mi falta de credulidad y fe en ti. Tú me
creaste y en ti y a ti deseo volver.
Quiero vivir en el cielo, en ese estado donde
sólo se vive el amor verdadero, el perdón y la gratitud. Deseo reconocerte, que
mi alma sepa que eres Tú antes de que sea demasiado tarde.
Señor, no sé qué me pasa, pero el temor me
invade, se apodera de mí. Escóndeme en tu corazón donde el peligro no me
encuentre. Cúbreme con tu amor donde el odio no sepa de mí. Protégeme de mí
mismo, de mis pensamientos de destrucción, de mis pensamientos negativos. Te
pido que me des esa paz que sólo Tú me puedes dar.
Quita de mi camino a todo eso que me pueda
ofrecer un bienestar temporal. Pon en mi corazón confianza, certeza, inyecta
ánimo a mi alma, esperanza a mi corazón desesperanzado.
Da luz a mis ojos ciegos que muchas veces
quieren cerrarse eternamente. Cambia mis deseos de morir por ilusiones que vengan
de tu amor.
Quisiera comenzar de cero y no sé cómo.
Extiéndeme tu mano y levántame, inspira en mí un aliento de vida. Que no me
ganen el peso del dolor, del miedo, de mi falta de perdón y comprensión a los
demás. Que sea más tu amor en mí que mi desánimo y mis deseos de ya no seguir.
No te quiero fallar mi Señor porque Tú eres más
grande que todo mi yo. Pon en mí la certeza de que todo es para bien porque
viene de tu amor”. AMEN
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