¡Aleluya, Señor! Guárdame pues tú eres mi refugio. ¡Aleluya, Señor!
Acógeme pues tú eres mi casa y mi tienda. ¡Aleluya, Señor!
Protégeme, pues tú eres mi escudo en la pelea. Yo digo de todo corazón: Tú eres mi Señor, el Dios de mi vida. Tú eres mi bien y fuera de ti no hay nada. Tú eres el goce y la alegría de mi corazón para siempre. Tú eres grande, magnífico, capaz de llenar mi existencia. Me uno a los que creen en Ti y te digo: Te adoro, Señor. Me uno a los que esperan en Ti y te digo:
Espero en Ti, Señor. Me uno a los que aman de corazón y te digo: Te amo, Señor.
¡Aleluya, amén, aleluya! Dichoso el hombre que cuenta contigo. Tú eres, Señor, el Todo de mi existencia, la plenitud de mi vida. Las cosas que busco, Señor, fuera de Ti, son polvo y basura. Los ídolos que desafían mi vida son marionetas sin libertad. Los «dioses» que gritan felicidad a mi lado, son paja al viento. Mi vida es para ti, mi Bien y mi Todo: ¡Te pertenece! Mis ilusiones y mis utopías están puestas en tus caminos. Tú eres el Dios que salva, Porque tu nombre es Amor sin medida.
¡Aleluya, amén, aleluya! Dichoso el hombre que cuenta contigo. Eres la parte de mi herencia, eres el buen vino para mi copa; con tu gracia y tu fidelidad, mi suerte aseguras cada día; mi felicidad está pendiente de la palabra de tu boca, y mis ojos buscan sin cansarse la sonrisa de tus labios. Te bendigo, Señor, porque me quieres y me aconsejas. Te alabo, Señor, porque llenas mi corazón de tus delicias. De Ti lo espero todo y es preciosa para mí tu gracia.
¡Aleluya, amén, aleluya! Dichoso el hombre que cuenta contigo. Tú caminas a mi lado y guías el sendero de mi vida; tú estás en medio de mi existencia y me hablas al corazón con ternura. Contigo me siento seguro y la marcha se hace ligera; contigo no vacilo al dar mis pasos y me siento acompañado. Mi corazón se me alegra y mis entrañas saltan de gozo: me siento feliz como un gorrioncillo en el alero del tejado, me siento feliz como una gaviota volando en libertad, me siento feliz como una estrella colgada del azul en la noche.
¡Aleluya, amén, aleluya! Dichoso el hombre que cuenta contigo. Mi corazón descansa, se siente junto a ti satisfecho; tu Espíritu me conduce a la verdad plena y me siento libre; tu amor, constante como una ola, da seguridad a mi vida; y tu rostro, como sol de mediodía, inunda de luz mis pasos.
¡Aleluya, amén, aleluya! Dichoso el hombre que cuenta contigo Enséñame, Señor, el camino de la vida y dame el don del vivir; tu rostro esté siempre presente a lo largo de mis noches y mis días y hazme gozar en lo interior de mi ser tu amor verdadero.
Eres mi delicia, eres mi esperanza; eres mi tesoro, eres mi bien; soy feliz contigo y salto de gozo como un cervatillo en la montaña. Alegra siempre mi corazón, oh Dios de la fiesta y la danza; alegra mi corazón que busca en Ti su mirada.
¡Aleluya, amén, aleluya! Dichoso el hombre que cuenta contigo.
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