SALMO 120 - SALMO DE LOS OJOS EN ALTO

Busco las cosas de arriba, Señor; las de tu Reino. Alzo mis ojos a los montes en espera de tu auxilio. De Ti, Señor; de tu amor y fidelidad espero tu respuesta; de tus manos Padre, espero la gracia y la verdad. Toma mis manos abiertas: llénalas de tus dones abundantes; toma mis manos abiertas: derrama en ellas el don de la vida. Alzo mis ojos a Ti: espero ver la luz de tu rostro; alzo mis ojos a Ti: espero palpar tu compasión y misericordia. Yo sé que Tú no duermes, Señor; yo sé que velas siempre.

No duermes ni descansas cuidando a los hombres. Que mi pie no titubee al dar un paso adelante. Que camine siempre despierto con los ojos puestos en la meta. No; Tú no duermes ni descansas ante la obra de tus manos; tu corazón de Padre está despierto y atento a los pasos del hombre. No; tú no duermes ni descansas ante la creación que nos has dado; tu corazón de Padre vigila sobre ella como centinela en la noche.

Mis ojos se alzan buscando la verdad en tus caminos; mis ojos se abren para que me inundes de la fuerza de tu luz; mis ojos están atentos al paso de tu ternura por la Historia; mis ojos vigilan tu llegada en espera de tu salvación. Tú eres mi sombra protectora ante el calor del sol de mediodía; Tú eres mi tienda en la montaña ante la lluvia persistente; Tú eres el agua fresca que corre saltando entre los guijarros; Tú eres la brisa suave que acaricia mi rostro al caer el sol.

En Ti confío, Señor, cuando la tentación sacude mi cabaña; en tus manos me abandono, Señor, cuando la crisis me deja inseguro; Tú eres mi esperanza cuando se apaga la vela en la noche; Tú eres el gozo y la alegría en los días en que todo va contra mí.

Guarda mi pobre corazón, Señor, que aún no está maduro; guarda mi pobre corazón, Señor, que aún no tiene resistencia; guarda mi pobre corazón, Señor, que tiene miedo a lo definitivo; guarda mi pobre corazón, Señor, que no sabe de fidelidad. Quiero salir de mis ataduras y romper los lazos que me amarran; quiero derribar las cercas que limitan mi libertad, quiero romper los barrotes que me tienen prisionero y oprimido; quiero derribar las alambradas que no me dejan respirar.

Haz que yo entre, Señor, por el camino de lo bello y puro; haz que yo entre, Señor, por el camino del bien y la paz; haz que yo entre, Señor, por el camino que conduce a la Vida; haz que yo entre, Señor, por el camino de la verdad y sinceridad.

Desde ahora y por siempre quiero buscar las cosas de arriba; desde ahora y por siempre quiero vivir el mundo de tus valores; desde ahora y por siempre quiero ser de corazón limpio; desde ahora y por siempre quiero que en mi vida el Centro seas Tú.

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