NO DEJES QUE EL RESENTIMIENTO CREZCA

¿Alguna vez has experimentado conflictos donde el rencor y el resentimiento han terminado por separarte de algunos miembros de tu familia?

Génesis 29:19-34 trata de la historia de dos mellizos que desde el vientre de su madre estaban en constantes peleas. Esto fue algo que a Rebeca (la madre de ambos) le parecía extraño, quizá no imaginaba  que de su vientre nacieran dos naciones, donde un pueblo sería más fuerte que el otro y el mayor serviría al menor.

¿Puedes imaginar a dos bebés peleando por salir del vientre de su madre? Eso fue lo que pasó con Jacob y Esaú, al parecer ninguno quería perder, pero finalmente salieron juntos, uno tomado del pie del otro. Quizá un caso extraordinario que hoy en día no es común.

Posiblemente de niños jugaron, pelearon, pero nada se igualaría al problema que tuvieron siendo ya adultos. La Biblia dice que Esaú se enojó con Jacob por haberle robado la bendición de la primogenitura, su furia llegó al punto de querer matarlo, por ello, abandonó su casa para irse a vivir lejos de su familia; quizá pensó como lo haríamos algunos de nosotros: “el tiempo y la distancia curarán sus heridas”. Lo cual es erróneo porque el resentimiento y el odio iban en crecimiento, lo que lo llevó a actuar en contra de sus principios, y una muestra de ellos es que se casó con una mujer que no profesaba su misma fe.
Imagino lo difícil que debió ser, tanto para Esaú como para su familia, esos cuarenta años que transcurrieron. Hasta que un día, Dios habló al corazón de Esaú y lo condujo a buscar a su hermano para pedirle perdón y buscar la reconciliación.

Si has sido traicionado por tus parientes más cercanos, al punto de crearse división entre ustedes, es momento de poner un alto para que las emociones negativas, como el resentimiento, el odio, la amargura, la ira, los deseos de venganza etc., tomen control de tu vida y te hagan actuar en contra de tus principios que, además, lo único que harán es destruirte en lo espiritual, emocional y físico. Ya no vivas con este veneno mortal.

Por supuesto que no es fácil asimilar una traición y más si se trata de nuestros seres más cercanos, más quiero animarte a poner tu vida en las manos de Dios para que Él sane tu corazón y puedas perdonar a quienes te ofendieron.

No permitas que la amargura se enraíce en tu corazón por no arreglar este tipo de situaciones, pues muchas enfermedades tienen su origen en enojos y resentimientos acumulados, por tanto, la actitud correcta es ser misericordiosos, perdonándonos unos a otros; porque la reconciliación trae sanidad, gracia y bendición.

Efesios 4:31-32 (RVR1960) Dice: Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

¿Qué esperas para entregarle tu dolor y toda angustia a tu Salvador? 

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