El
rey David a pesar de ser un hombre elegido por Dios para gobernar Israel, cayó
en pecado y le falló a Dios.
El discípulo Pedro, estuvo junto a Jesús durante el desarrollo de su ministerio, pero llegó a negarlo y lo desconoció.
¿Le has fallado a Dios?
Como hijos de Dios somos el blanco perfecto para el enemigo y cuando logra su
objetivo destruye la comunión con el Padre, el testimonio personal y todo lo
que hemos trabajado en nuestra vida de creyente.
Hoy muchas personas viven apartadas de Dios, de la fe y de la iglesia porque el enemigo destruyó sus vidas y tomaron la decisión de no volver a ponerse de pie.
“Esto responde el Señor: —Si regresas a mí te restauraré para que puedas
continuar sirviéndome. (…)” Jeremías 15:19 (NTV).
Dios, a través de su hijo en esa cruz, abrió la puerta para que el caído pueda volver, si es tu caso entonces es tiempo de levantarte:
Dios, a través de su hijo en esa cruz, abrió la puerta para que el caído pueda volver, si es tu caso entonces es tiempo de levantarte:
Reconoce tu error, así como el rey David lo hizo, “Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí” Salmos 51:3
Acepta la compasión de Dios y perdónate a ti mismo, “Purifícame de mis pecados, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve” Salmos 51:7
Tanto Pedro como David le fallaron a Dios pero experimentaron el perdón y volvieron a servir y cumplieron su propósito de vida en la tierra.
No vivas con culpa y en medio de la vergüenza, LEVÁNTATE y corre a la cruz porqué allí es donde serás limpiado y restaurado.
“¡Oh Señor, eres tan bueno, estás tan dispuesto a perdonar, tan lleno de amor inagotable para los que piden tu ayuda! "Salmos 86:5 (NTV)
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