LOS CRITERIOS CON LOS QUE ORGANIZAMOS NUESTRA VIDA

GRUPO DE MATRIMONIOS

Una vez definidas las cosas claras, el fin de nuestro proyecto, lo que tú y yo juntos queremos hacer de nuestra vida, podemos ir viendo de qué forma este fin último va haciéndose presente y realidad en nuestro día a día, en cada decisión que tomamos.


Para ello tenemos que partir de lo que hemos acordado como nuestra meta:


«Nosotros tenemos claro que queremos vivir al unísono. La «casita» que los González queremos construirnos provoca inevitablemente una única consecuencia: la creación de un único corazón y un único espíritu (MARTA Y CARLOS).


“Para nosotros, el fin de nuestro matrimonio es que nos amemos. Con ese amor, aunque somos como somos, podemos ayudarnos a superarnos, a crecer, porque queremos ser mejores para el otro.» (ISABEL Y ANDRÉS)


«Queremos vivir el Sacramento del matrimonio en toda su plenitud, siendo imagen de Cristo el uno para el otro y para los demás.» (MERCEDES Y ALBERTO)


Bien, pero ¿cómo podemos lograr eso?, ¿cómo hacer de nuestra vida un Sacramento o cómo crear de nosotros dos uno sólo?

La respuesta a estas preguntas se concreta en asumir unos criterios de vida, en los que basamos nuestra actuación y que definen nuestra forma de ser en casa, en el trabajo, con los amigos, con los hijos, o en nuestra relación con Dios.

Son los criterios a los que recurrimos cuando hay que tomar una decisión importante (e incluso decisiones más pequeñas). Responden a los valores que se desprenden de nuestras convicciones comunes.

Sirvan como ejemplo los siguientes criterios aportados por la experiencia de algunas parejas:


«La felicidad y el bien de la pareja como entidad, que está por encima de los intereses de cada uno de los miembros.» (ISABEL Y JUAN ANTONIO)


«La verdad en nuestros encuentros personales, buscar la verdad de cada uno, fomentarla, hacerla crecer, aunque en ocasiones sea costoso o signifique un trabajo para nosotros. Negarnos a relacionarnos desde la mera diplomacia, o a alimentar imágenes y mecanismos de defensa, que instauran situaciones en que no somos.» (ISABEL Y JUAN CARLOS)


Estos criterios se enraízan en lo más profundo de nosotros y nos sirven de «aplicación práctica ¿cómo podemos hacer que nuestra vida esté realmente integrada en nuestro proyecto? Debemos contrastar nuestras actuaciones y nuestras decisiones con los criterios sobre los que hemos afianzado nuestra relación.


He aquí algunas características de los criterios:


a) Responden a valores fundamentales de la pareja, que representan nuestras convicciones y que las concretan. El fin de nuestro proyecto lo hemos sintetizado en una idea, un enunciado que abarca toda nuestra vida. A partir de él podemos desglosar tres o cuatro valores fundamentales; al poner éstos en práctica estaremos llevando a la realidad el fin que nos hemos propuesto.


Por ejemplo, si el fin de nuestra pareja es ser uno, la unidad, el buscar en cada momento lo que más nos une como pareja será un criterio primordial para nosotros.

Por el contrario, si el fin que nos hemos propuesto es la autorrealización personal partiendo de una perspectiva profesional, nuestros criterios irán orientados hacia qué conviene a cada uno de los dos personalmente, de qué forma podemos potenciar cada vida profesional, o qué puede suponer una mejor inversión de cara al futuro en el trabajo, Así, los criterios nos ayudan a traducir las cosas claras en decisiones, y a ir introduciéndolas en nuestra vida,


b) Los criterios son constantes a lo largo de la vida de la pareja, al igual que el fin último, con el que están íntimamente relacionados. Al fin y al cabo, eso es lo que hemos visto claro, por lo que nos hemos jugado la vida y no es cuestión de ir cambiándolo cada dos por tres. De la misma manera, los criterios van haciéndose constantes, consolidándose en el tiempo.


Si nuestro criterio es «lo que nos haga madurar más como personas», su formulación es suficientemente amplia como para que nunca nos encontremos con que no podemos aplicarlo en una decisión. Lo que irán variando son las respuestas que demos ante la interpelación de un criterio.

Un mismo criterio «lo que más nos una como pareja ­aplicado a una cuestión concreta ‑tener hijos, cuántos, cuándo...‑ puede llevarnos a conclusiones diferentes: quizá al principio de la vida de casados, la respuesta sea que no es un hijo lo que más nos fortalecería entonces, pero un cierto tiempo después sí.


Por ello es necesario el discernimiento concreto, en cada fase, ante cada decisión:


‑ ¿Qué estamos viviendo ahora?

‑ ¿Qué nos piden nuestros criterios?

‑ ¿Hacia dónde nos orientan?


c) Los criterios han de ser comunes, porque derivan de nuestras cosas claras y definen nuestro proyecto. Son de los dos y ambos debemos estar de acuerdo en que son esos los criterios aplicables a nuestra vida.


Cada uno tenemos nuestros criterios, más o menos propios, aprendidos o influidos por nuestro entorno. Ahora se trata de definir los criterios comunes, de los dos, que ponemos en juego en las decisiones de pareja y también en las personales.


Tal vez a algunos definir sus criterios no les lleve más trabajo que recopilar y hacerse conscientes de la forma en que habitualmente toman decisiones, pero para otros puede ser un auténtico salto cualitativo.


‑ ¿Tenemos tú y yo criterios comunes?

‑ ¿Cuáles son?

‑ ¿Qué factores tenemos en cuenta cuando tomamos decisiones que nos afectan a los dos? ¿Cómo lo hacemos?


Aquí se juega una buena parte de la construcción de la pareja, del paso del «tú y yo» al «nosotros». Ya no crearemos enfrentamientos («tus criterios contra los míos») en una lucha de poder en que prima el más fuerte ‑o el más hábil‑. Ahora somos nosotros quienes, juntos, con los criterios que hemos elegido como más importantes para ambos, vamos decidiendo qué queremos hacer de nuestra vida.


La diferencia puede parecer mínima, pero en realidad es enorme. ¡Cuántas discusiones se producen por no habernos puesto de acuerdo en un punto de vista común y por situarnos cada uno a la defensiva, dispuestos a defender «a muerte» nuestras posiciones!


d) Los criterios deber ser necesariamente coherentes entre sí en su formulación, o al menos, no incompatibles, de forma que no lleguemos a situaciones de «callejón sin salida» en que distintos criterios comunes nos ofrecen soluciones contrapuestas.


No podemos plantearnos simultáneamente «el máximo de realización profesional de ambos» junto con «dedicar el mayor tiempo posible a la familia», o «lo que nos suponga mejor calidad material de vida» junto con «vivir con lo realmente necesario, huyendo de la tentación de aferrarnos a lo superfluo».

Es necesario evitar estas contradicciones, por una parte, porque aunque podemos llegar al fin que nos hemos propuesto por muchas vías, todas ellas han de estar orientadas hacia él y no pueden seguir direcciones opuestas. Por otra, los criterios marcan nuestras prioridades y no es sencillo definir dentro de éstas cuál es la principal. Por eso, la coherencia en los criterios es fundamental y ayuda a simplificar las decisiones: todos los indicadores nos impulsan hacia un mismo lado.


Además de los ejemplos que han ido surgiendo a lo largo de¡ texto, enumeramos otros que pueden orientar sobre posibles criterios. Como en todo, cada pareja encontrará los suyos propios al ir avanzando en el descubrimiento de su proyecto y al reflexionar sobre su vida.


«Lo que más nos una como pareja.» (LAURA Y DIEGO)


«La mayor calidad de vida común, no mirándolo desde el punto de vista económico o social, sino como pareja.» (MERCEDES Y ALBERTO)


«Lo que nos ayude a madurar individualmente. » (BELÉN Y CHEMA)


«La confianza en el otro y en las decisiones tomadas juntos.» (ROSA Y LUIS)


«La prioridad por las personas que estén junto a nosotros y nos necesiten en cada momento: lo que poseemos, nuestro tiempo, nuestras capaci­dades... intentamos ponerlas al servicio de quienes nos rodean.» (ISABEL Y JUAN CARLOS)


«Que lo que decidimos no signifique para ninguno de los dos una renuncia a algo que considera importante.» (LOURDES Y ALBERTO)


«Compartirlo todo: Dios, escala de valores, vida cotidiana... Con ello creemos poder profundizar más y hacer de nuestro amor ocasión de crecimiento y fuente de vida.» (MARÍA Y JACINTO)


«Que no se límite a corto plazo, sino que tenga perspectivas de futuro.» (CRISTINA Y JUANMA)


«Elegir la VIDA en cada circunstancia. Esto se concreta en valorar y aceptar de igual forma los aspectos positivos y negativos. Aceptar y luchar contra las dificultades que conlleva dada situación elegida o 33que nos ha tocado en suerte. De hecho, la idea de elegir la vida está siempre en nosotros y trabajamos muy duro por llevarla a la práctica.» (ISABEL Y JUAN ANTONIO)



Trabajo para cada pareja:

Escribir en común al menos 5 criterios sobre los que queréis afianzar vuestro matrimonio. Formularlos también en forma de preguntas a contestar cuando haya que tomar una decisión.


Poner un ejemplo vivido de cómo se han aplicado estos criterios comunes o cómo se han echado en falta.

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