Acaso no es común que las personas te decepcionen Posiblemente alguien que era importante para ti te ha dado la espalda o de
repente se ha puesto en tu contra, podría ser tu padre, madre, hijo, tu mejor
amigo o incluso tu pareja. Lo más lamentable es recibir una decepción de
alguien en quien hemos confiado, ya que su efecto es mucho más dañino.
Recuerdo una oportunidad en la que alguien se quejaba mucho de lo decepcionado
que se encontraba por diferentes personas, a lo que un amigo le respondió:
“Para decepcionarme de alguien tendría que decepcionarme primero de mí mismo”.
Su respuesta se entendió como que antes de enojarse con el otro, se debía de
analizar si uno está cumpliendo o no con los que confían en él.
“Y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua. Y llegaron a Mara,
y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron
el nombre de Mara.
Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? Y Moisés
clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las
aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó.”
Números 15:22-25
En esta ocasión el pueblo de Israel enfrentaba una
decepción terrible, puesto que se encontraban tres días por el desierto sin
encontrar agua y cuando finalmente encontraron un pozo, ¡éste tenía agua
amarga! Era normal que todos se encontraran decepcionados, su error fue en
enfocar su enojo en Dios y en su siervo Moisés por lo que murmuraron contra él.
Lo bueno es que Moisés fue diferente, en ningún momento mostró que estaba
molesto con el Señor, sino que clamó a Jehová y recibió respuesta.
Muchos manifiestan estar decepcionados de Dios cuando algo inesperado se les
presenta, entonces dejan de buscarlo, de orar, de ir a la iglesia, no son como
Moisés y por tanto, tampoco recibirán respuesta. Lamentablemente enfocan su
enojo contra Él, porque no les concedió lo que deseaban, pero
tampoco claman a Él, ni le preguntan cuál es su voluntad.
La verdad es aquellas personas que dicen estar decepcionadas de
Dios, antes tendrían que auto evaluarse y preguntarse: ¿He sido un buen hijo?
¿He sido obediente a su palabra? ¿El Señor tendría que estar decepcionado de
mí? Si estás enfrentando una situación difícil te animo a clamar a Dios y
pedirle ayuda, a que dejes de quejarte y te esfuerces para orar y leer su
palabra, porque solo así conocerás su voluntad.
¡Antes de enojarte, decepciónate de ti primero y cambia!
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