“Mi
memorias, culpable de un abuso, se alzaba contra lo que Dios no quiso:
que hoy fuese ayer. ¿Y cómo yo soy yo?” (Jorge Guillén).
Di
adiós para siempre al huésped que te atormenta. Di adiós de una vez para
siempre a tu memoria que te hace llevar tu vida al pasado. Di adiós con todas
tus fuerzas a este ser que llevas dentro de ti y que si no tienes cuidado puede
conducirte a vivir anclado en lo negativo que anida en ti.
La
memoria es una facultad que debes cultivar a diario. Es la caja de resonancia
en tu interior.
Pero
cada vez que te traiga algo del pasado desagradable, échala fuera en seguida a
volar por otros senderos en los que veas flores hermosas, recuerdos atractivos
y fascinantes que te positiven.
No
vivas el ayer de recuerdos vanos, que como nube de verano, pasan pronto por el
mar insondable de tu existencia.
Cada
vez que tu memoria se acerque a tu estado de conciencia, sea únicamente para
que profundices en la última pregunta que se hace y te hace el poeta: ¿Y cómo
yo soy yo?
Tú
eres tú siempre y cuando te alces por las alturas y, desde ellas, contemples el
cielo de tu vida, lleno de estrellas y de luceros.
¿Cómo
yo soy yo? He aquí la respuesta de un vecino tuyo que pasa desapercibido para
ti: Mi yo es la esencia, la manifestación de que Dios habita en mí. Soy su
morada.
Mi
yo es un gran yo por ser el piso en el que vive la divinidad.
¡Vive
hoy feliz!