Fingir
es representar una cosa que no es verdad para que alguien se la crea, los
sinónimos son aparentar, simular, engañar, falsear, disimular, encubrir,
ocultar o disfrazar (Diccionario
Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial)
Pablo se dirigió a Timoteo diciendo: “Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” 2 Timoteo 1:3-5
Pablo recordaba a Timoteo con especial cariño, y lo que resaltó de él fue que
su fe no era fingida. Entonces ¿La fe se puede fingir? Pues sí, podemos orar en
el templo pero tener los pensamientos en otras cosas, o aparentamos ser
cristianos consagrados amantes de Dios pero mostrar lo contrario con nuestros
actos.
El testimonio de vida de Timoteo había dado evidencia de la sinceridad de su fe, no la que es pasajera, sino la que habita, la que se queda en el corazón como un morador permanente.
Todos debemos examinar con mucho cuidado nuestra propia fe, el amor y las demás virtudes enseñadas en la Biblia.
¿Cómo estamos?
¿Qué
tal está nuestra vida delante de Dios?
¿Ocultaríamos
algo ante los ojos de Dios?
¿Nuestra
familia daría fe de lo que decimos ser?
Tu hijos, amigos, padres, cónyuge
¿qué
aprenderán de tu vida, de la fe que dices seguir?
Decimos creer, pero cuando alguien nos muestra nuestra manera de obrar a en contra de lo que dice la Biblia
¿qué hacemos, corregimos nuestro andar o simplemente rechazamos el comentario?
Evaluemos nuestra fe, 2 Corintios 13:5 dice: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?”
El Señor nos ama y quiere que vivamos una fe firme, limpia y llena de su amor.
“Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida,” 1 Timoteo 1:5
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