EL PRECIO

Cuentan que el gran reformador Martín Lutero viajaba a pie muy a menudo. En cierta ocasión pidió alojamiento en una rústica casa de campesinos. Sin saber quién era, lo recibieron bien y lo trataron tan bien como pudieron.

Al saber quién era rehusaron toda paga, pero le pidieron encarecidamente que se acordara de ellos en sus oraciones y que escribiera con tinta en su pared alguna inscripción de recuerdo.

Prometió hacerlo y escribió: “DominiSumus”. El campesino le preguntó qué significaban aquellas palabras, y Lutero explicó que tenía doble sentido:
       -  Significan “Somos del Señor”, pero pueden también significar “Somos señores”. Lo uno entra en lo otro: siendo propiedad del Señor Jesucristo, a gran precio adquirida, no debemos ser esclavos  de satanás ni de hombre sino señores verdaderamente libres que no sirven al pecado sino al Señor Jesús. El precio de nuestra libertad fue muy alto, Jesús nos compró con su sangre y al hacerlo nos dio la libertad para servirle y ya no ser esclavos de las cosas terrenales. Como hombres y mujeres verdaderamente libres, se nos otorgó la oportunidad y responsabilidad de elegir a quién serviremos.

“Dios pagó un alto precio por ustedes, así que no se dejen esclavizar por el mundo”. 1 Corintios 7:23 (NTV)

Que tus acciones, pensamientos, tus palabras y toda tu vida reflejen un continuo agradecimiento a aquel que no escatimó el precio por tu libertad. 

¿Te sientes seguro?

Conocemos la parábola de las diez vírgenes en la que cinco de ellas eran prudentes, estaban preparadas y atentas a la llegada del esposo. Las otras  cinco eran insensatas, no supieron preparar el aceite suficiente y malgastaron el que tenían. La pregunta es ¿con cuál de los grupos nos identificamos?

¿Será que estamos malgastando nuestro tiempo y todo lo que Dios puso en nuestras manos para cumplir sus propósitos?

Sería muy bueno que estemos seguros que nuestro nombre está escrito en el libro de la vida y que si hoy fuera nuestro último día estemos preparados para irnos con Dios.

Lamentablemente a causa de nuestro enfriamiento y por habernos alejado de Dios ocupándonos de cosas banales que se acabarán un día, no podemos asegurar cien por ciento que nosotros habitaremos con Él.

Este es un buen momento para reflexionar acerca de cómo hemos estado viviendo, si solo nos ocupamos de nuestra agenda, de nuestro diario vivir y dejamos de lado lo realmente importante que es asegurar nuestra llegada a los brazos de nuestro Padre.

Dios quiere que tu amor por Él perdure, quiere verte seguro de que te irás un día a su presencia.

“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” 1 Tesalonicenses 5:23 (RVR-1960)

Si estás notando que no puedes responder favorablemente estás preguntas, aún estás a tiempo de ponerte a cuentas con Dios y terminar con todo duda acerca de tu futuro en la eternidad. Mantente atento, prepárate para cuando llegue la hora.

Dios no sólo quiere verte alabándolo acá en la tierra si no también allá en el cielo por la eternidad.

Hola, espero que estés bien, al igual que disfrutes de esta publicación, déjanos conocer tu opinión, que Dios me los bendiga siempre

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