Olvidarás
tu aflicción, como aguas que han pasado las recordarás. Tu vida será más
radiante que el mediodía y hasta la oscuridad será como la mañana. Job 11:16,17
Porque
eres un hombre muy macho, sabes que los hombres no lloran.
Eso
es lo que tú crees. Los hombres lloran pero con lágrimas de alcohol, lágrimas
que dejan en las cantinas y bares.
Lloran
con lágrimas de gasolina, lágrimas que dejan cuando corren en forma
desenfrenada en las carreteras.
Lloran
con lágrimas de sangre que bombea el corazón con fuerza cuando corre la
adrenalina por la ira y dolor reprimido dentro del cuerpo.
Sabes...
los hombres si lloran. Pero lo hacen en forma inadecuada.
Debes
aprender a llorar pero con las lágrimas que nos puso Dios.
Lágrimas
transparentes para no opacar la vista cuando vemos al que nos ha hecho daño y
debemos perdonar.
Lágrimas
que salen de los ojos para limpiarlos del dolor y dejar que entre la luz al ser
interior.
Lágrimas
que mojan los labios para secar la sed de expresar lo que sientes sin temor.
Son
lágrimas que salen rápido, una tras otra, para que el machismo no te detenga e
impida que te sientas hombre al expresar tu dolor.
Las
lágrimas que Dios ha puesto en tus ojos no se gastan en las cantinas ni se
secan trabajando de noche... no se secan agrediendo y culpando a otros.
Las
lágrimas que tienes ahora en tus ojos se dejan en los brazos y hombros de los
que te aman y están esperando... y en confidencias con Dios.
Porque
los hombres si lloran.
“¡Apartaos
de mí, todos los que hacéis iniquidad, porque el Señor ha oído la voz de mi
llanto.
El
Señor ha escuchado mi súplica; El Señor recibe mi oración.”
Salmo
6: 8,9