¿Estamos
siendo agradecidos y brindando nuestro tiempo a lo que en realidad importa?
Hay
un relato acerca de un padre que fue a la guerra y en el tiempo que estuvo allá
su esposa que estaba embarazada dio a luz a un hermoso niño que fue creciendo.
Durante los años que su padre estaba lejos recibía cartas de él y nunca le hizo
falta comida, techo y vestimenta.
Cuando
el niño llegó a la adolescencia su padre volvió a casa muy contento porque
podría, por fin, pasar tiempo con su familia; pero su hijo no se acercaba
a su él porque le era extraño. Sin embargo, tampoco le daba la oportunidad para
acercarse y poder conocerse más.
Un
día su Padre pensó en hacerle un regalo, le dio un hermoso equipo de sonido,
algo que su hijo deseaba tener, muy feliz el muchacho tomó su regalo y comenzó
a usarlo. El Padre pensó que su hijo comenzaría a tratarlo, a darle un tiempo,
una oportunidad para conocerse más y recuperar el tiempo, pero tristemente no
fue así.
El
joven puso más interés en el objeto regalado, en lo que deseaba y que en quien
se lo dio. Ahora su tiempo lo ocupaba en escuchar música en su cuarto.
Si
observamos bien la actitud que el muchacho estaba teniendo podemos ver que se
asemeja mucho a la nuestra.
Tal
vez no conocías acerca de tu Padre pero siempre estuvo ahí contigo, presente.
Cuando supiste de Él, en lugar de anhelar disfrutar su compañía y
recuperar el tiempo que pasaste sin conocerlo, te entretuviste con lo que
tienes o incluso en las bendiciones que Dios te da y no le diste ese tiempo
para compartir con Él y ver, en realidad, todo el sacrificio que hizo por ti y
cuánto te ama.
“Buscad a Jehová mientras puede ser
hallado, llamadle en tanto que está cercano.” Isaías 55:6 (RV-1960)
No
es tarde, recupera el tiempo perdido y comienza a disfrutar de tu Padre. A
diferencia de la historia Él nunca te ha dejado.