ES TUYO EL RESPLANDOR DE UNA TARDE PERPETUA


“Es tuyo el resplandor de una tarde perpetua. ¡Qué cerrado equilibrio dorado, qué alameda!” (Jorge Guillén).

Acaba de cantar la canción que tienes en tus labios. Te has levantado contento/a ante este día único e irrepetible para tus sueños, para tus encantos, para tus esperanzas depositadas en  personas concretas, en seres de quienes esperas algo positivo.

Ten muy en cuenta una cosa: Hoy has de brillar con luz propia. Tu resplandor interior ha de llegar hasta las estrellas envuelto de alegría y de un júbilo tan especial que te ensanche tus sanos pulmones, cuyo aire purifique tu sangre como el oro en el crisol.

Mírate hoy, más que en el  espejo, en la verde y alineada alameda que hay cerca de tu casa.

La alameda cobija frescor, cobija muchos nidos, hechos pajitas pajita por los pájaros que, al llegar el día de primavera, reanudan su trabajo para alegrar esta estación con sus trinos y su ley divina de la procreación.

Ves, amigo/a, que todo es equilibrio ante tus ojos resplandecientes.

Un equilibrio dorado a base de esfuerzos,  a base de sacrificios que ha merecido la pena llevarlos a cabo para que tu persona sienta el bienestar que proporciona tu estabilidad psíquica.

No andes de aquí para allá a lo loco. Céntrate en ti mismo.

Recógete cada día, durante unos momentos, para darle cuerda nueva a la máquina divina de tu existencia.

En la alameda de hojas verdes y blancas en su reverso te puedes ver reflejado/a en este día que estrenas con aromas de primavera.


¡Vive hoy feliz!


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