Busca
tu belleza, corazón mío, en el movimiento del mundo, como la barca, que coge su
gracia del viento y del agua (Tagore).
El
sol de tu persona relucía en la arena. Tu figura se agigantaba ante tantos
millones de granitos.
¿Quién
puede contar los granos de arena de las playas del mundo?
¿Quién
conoce a fondo tu mundo interior? ¿Quién se ha detenido en ver tus luchas
personales, tus triunfos contra el mal que hay en ti mismo?
No
creo que haya mucha gente. Ni siquiera el mejor amigo o amiga.
Pasan
de ti. Su grado de intimidad se queda muchas veces en la epidermis de tu ser.
Y
sientes pena de que no sepan de tus virtudes, de tus anhelos, de tus alegrías,
de tus sentimientos.
Es
más, hay gente que se ríe por sistema de la persona sentimental.
Eres
una barca que navega por el mar de este mundo, y pocos son los viajeros que
saben agradecerte tus beneficios de entrega, tu laboren casa, tu cuidado de la
limpieza del hogar. Tu economía ajustada al sueldo que entra cada mes en
casa...
No
te desalientes. Sigue remando el barco de tu vida hacia puertos seguros, hacia
orillas en las que resplandezca tu belleza.
Eres
graciosa como el viento. Este don es gratuito.
Nadie
le da las gracias. ¡Qué pena!
¡Vive
hoy feliz!