QUE ES EL PECADO

Escrituras clave: Romanos 3:23,   Romanos 6:23,  Isaías 59:2

Pecar es hacer algo que desagrada a Dios. Toda persona nacida en el mundo es un pecador. Incluso el bebé más hermoso y de apariencia inocente inevitablemente pecaría, porque no es la primera acción pecadora lo que hace del niño un pecador, sino que el niño comete el pecado porque expresa la naturaleza pecadora con la cual nace (Salmo 51:5). La vida natural es pecadora porque se centra en uno mismo en vez de en Dios. Los deseos e intenciones de un niño se centran en sí mismo. Está determinado a agradarse a sí mismo y a tener sus deseos cumplidos.

La esencia del problema es, que por naturaleza, queremos agradarnos a nosotros mismos. Cuando actuamos con naturalidad, como resultado de la naturaleza egoísta con la cual nacemos, inevitablemente pecamos y desagradamos a Dios (Romanos 3:23). El pecado no sólo desagrada a Dios sino que también separa a las personas que Él ha creado, de la gloria que El pretende para ellos. Esto demuestra la naturaleza destructiva del pecado. El pecado separa al hombre de Dios.

Los pecadores están enajenados de Él, no le conocen, tampoco pueden disfrutar de comunión con El. Desde el nacimiento cada uno está separado de Dios. Si esto no fuera así todo hombre, mujer y niño conocería a Dios de forma natural.

¡Por supuesto esto no es así!

Algunas consecuencias del pecado
- Entristece a Dios (Génesis 6:5-7).
- Trae culpabilidad (Salmo 51:3-4).
- Trae separación de Dios (Isaías 59:1-2). Trae juicio y castigo eterno (Mateo 25:46).
- Esclaviza (Romanos 6:17).
- Causa ceguera espiritual (2 Corintios 4:4).
- Causa muerte espiritual (Efesios 2:1).
- Trae falta de esperanza (Efesios 2:12).
- Corrompe (Tito 1:15).
- Condena (Santiago 5:12).

Las palabras bíblicas para el pecado
La Biblia usa más de una palabra para describir esta experiencia universal de la separación y enajenamiento del hombre, de Dios. Las palabras utilizadas pueden ser clasificadas en cuatro secciones principales.

(I) Desviación de una norma o pauta
Chatth: no acertar o equivocarse (Jueces 20:16; Salmo 51:4).

Avon: torcer o pervertir, es decir, hacer lo incorrecto deliberadamente aun conociendo lo correcto (Job 33:27).

Shagah: extraviarse o errar (Job 19:4; Levítico 4:13).

Parabasis (N.T.):desviarse bruscamente de una línea recta, es decir, traspasar un límite (Romanos 4:15; Gálatas 3:19).

Hamartia (N.T):no acertar (Mateo 1:21; Romanos 6:23).
Paraptoma (NT): allanar, dar un paso falso en lugar de uno verdadero, o caerse de un camino (Colosenses 2:13; Efesios 2:5).

(II)Descripción de un estado
Es un estado fijo en que los hombres están atrapados.
Rasha: a menudo traducido "malo" o "impío" (Salmo 1:6; Salmo 37:28).
Asham: ofender o ser culpable (Génesis 26:10; Levítico 5:15-16, usado para una ofrenda por culpa).

(III) Rebelión deliberada
Este es un estado en el que la gente siente que puede arreglárselas sin Dios, es decir, en orgullo la gente declara su independencia de Dios.

Persha: amenazar a Dios con el puño (Isaías 1:2; 1 Reyes 12:19).
Anomia (N.T): desorden o rebelión (2 Corintios 6:14; 1 Juan 3:4).

(IV) Acciones o actitudes intrincadas
Marah: ser contencioso, revoltoso o terco (Salmo 78:8).
Marad: rebelarse (Números 14:9).
Rada: ser pernicioso o malo, es decir, un acto específico de maldad (Génesis 19:7).
(Nótese: La idea misma del pecado lleva consigo la realidad de algo que ha sido perdido, desviado roto. Nos enajena o separa de un Dios amoroso. Causa problemas entre los hombres y por último desbarata al hombre en sí mismo.)

e) Nuestra respuesta
Todo el mundo es responsable de su propio pecado (Romanos 14:12). Todos hemos pecado y hemos preferido el egoísmo a amar a Dios ante todo. Dios quiere que nos alejemos del pecado y que vivamos (Ezequiel 18:20-23). El hombre escogió pecar contra el deseo de Dios.

Dios conocía las consecuencias de aquella decisión, pero dio al hombre el derecho de escoger. Hoy en día todavía tenemos una elección, o bien permanecer en nuestro pecado y por tanto continuar en nuestra separación de Dios, o bien aceptar a Jesús como nuestro Salvador y Señor. Jesús sacrificó Su vida para que podamos ser salvos de la culpabilidad, las consecuencias y el poder del pecado. Dios no puede tener una relación con una persona que haya pecado aunque sea una sola vez, porque es santo. Ha proveído un camino para que nuestro pecado sea aniquilado y quitado.

Si tomamos este camino, entonces Dios puede venir y volver a tener una relación con nosotros. Esto es para lo que nosotros, como seres humanos, fuimos creados. Es por lo que nuestros corazones se sienten vacíos cuando no tenemos relación con el único Dios verdadero.

Dios quiere que le conozcamos, que conozcamos Su voluntad para nosotros y, por amor a El, ser preparados para realizar el propósito que tiene para nosotros. Quiere que seamos parte de su Reino y que nos convirtamos en hijos suyos. Primero, nuestros pecados deben ser perdonados.

Segundo, la naturaleza pecaminosa con la cual nacimos debe ser matada y debemos nacer de nuevo (Juan 3:5-7), entonces tendremos una naturaleza nueva y podremos conocer a Dios y disfrutar de comunión con El.

f) Preguntas y puntos de meditación
1. "No acertar" es una buena definición de la palabra "pecado". Discútelo.
2. ¿Cuál es la consecuencia universal del pecado? (Isaías 59:1-2).
3. ¿Por qué dio Dios al hombre libre albedrío, si sabía que el hombre pecaría y por tanto estaría separado de El?
4. ¿Qué le pasó a Adán cuando pecó?
5. ¿Cuál fue el resultado del pecado de Adán para el resto de la humanidad (qué son los hijos de Adán)?
6. ¿Por qué es la culpabilidad un gran problema para la mayoría de la gente?
7. ¿Por qué la mayoría de la gente no reconoce que está desagradando a Dios?

g) Resumen y aplicación
1. Toda la gente nace con una naturaleza pecaminosa.
2. Como humanos nuestra predisposición natural es hacia las cosas que desagradan a Dios.
3. Todo el mundo es responsable y tendrá que rendir cuentas por sus propios pecados.
4. Dios el Padre mandó a Jesús para llevar nuestro pecado en sí mismo.
5. Para valernos de la obra de Jesús necesitamos pedir a Dios que nos perdone por todo lo que hemos hecho que le desagrada y aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador.

 Arrepentimiento: Cómo hacer frente al pecado
a) Escrituras clave: Hechos 2:38-39,  Lucas 15:7-10,  Ezequiel 18:30-32

Para convertirse en cristiano, o hijo de Dios, el primer paso necesario es arrepentirse. Mirar el griego y hebreo originales nos da más comprensión del significado de esta palabra. La palabra griega traducida por "arrepentimiento" es "metan oía" la cual significa tener otra opinión, o cambiar de curso después de una mayor comprensión (Mateo 4:17; Marcos 1:15). Una de las palabras hebreas traducida como "arrepentimiento" es "sub." que significa "volver atrás"; es decir, cambiar de sentido en nuestro experimentar (1 Reyes 8:47; Ezequiel 14:6).

Hoy día, la palabra "arrepentimiento" ha llegado a significar sencillamente sentir pena por lo que hemos hecho, o lamentar algo, pero como se puede ver, en términos bíblicos tiene un significado más profundo que este. Arrepentirse es el primer movimiento que debe de haber

c) ¿Cuál es el, arrepentimiento verdadero?
Es un cambio de sentido completo en pensamiento y acción.

(I) Nosotros cambiamos nuestro pensamiento
Existe una nueva perspectiva de la naturaleza, horror y consecuencia del pecado. Existe un reconocimiento de que lo que somos en nosotros mismos es profundamente aborrecible a un Dios santo.

(II) Nosotros cambiamos nuestras acciones
Nos volvemos hacia Dios desde nuestra desobediencia, egoísmo y rebelión. Nos apartamos del pecado y sometemos nuestra vida a Dios y hacemos a Jesús nuestro Señor.

Es nuestra responsabilidad el arrepentimos. Todos hemos pecado y, por tanto, todos tenemos la necesidad de aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador. En la cruz Jesús pagó el precio de nuestro pecado y nos llevó de nuevo a una relación con Dios, pero nosotros tenemos que arrepentimos de nuestros pecados y luego vivir con Jesús como nuestro Señor. Dios no puede hacer nada más, el resto es asunto nuestro.

d) Tres elementos importantes en el arrepentimiento

(1) El arrepentimiento es cognoscitivo
Esto significa muy sencillamente que hay algo que tiene que ser comprendido. El arrepentimiento envuelve el reconocimiento de nuestro pecado y su horror a los ojos de un Dios santo. Dios quiere que veamos nuestro pecado y que lo comparemos con su santidad. Dios quiere que veamos dónde estamos ante El. Quiere que le entreguemos nuestra vida en sus manos y que dejemos al Espíritu Santo mostramos estas cosas, en especial mientras leemos la Palabra de Dios.


Hoy día, la palabra "arrepentimiento" ha llegado a significar sencillamente sentir pena por lo que hemos hecho, o lamentar algo, pero como se puede ver, en términos bíblicos tiene un significado más profundo que este.

Esto significa muy sencillamente que hay algo que tiene que ser comprendido. El arrepentimiento envuelve el reconocimiento de nuestro pecado y su horror a los ojos de un Dios santo. Dios quiere que veamos nuestro pecado y que lo comparemos con su santidad. Dios quiere que veamos dónde estamos ante El. Quiere que le entreguemos nuestra vida en sus manos y que dejemos al Espíritu Santo mostramos estas cosas, en especial mientras leemos la Palabra de Dios.

(II) El arrepentimiento es emocional
Si verdaderamente reconocemos nuestro estado ante Dios tendremos una poderosa reacción emocional (Isaías 6:5). Envolverá un sentido profundo de ofensa y lamentación (Salmos 51:9). Sentiremos el peso de todo lo malo en nuestra vida. Este sentimiento puede ser verdaderamente quitado sólo cuando lleguemos al punto de recibir perdón de Dios (2 Corintios 7:9-10). La tristeza que es, según Dios, parte de la manera en que el Espíritu Santo nos lleva al punto donde recibiremos la Palabra de Dios para nuestra vida.

(III) El arrepentimiento es por voluntad propia
Esto es, envuelve la voluntad. El arrepentimiento es un cambio de opinión, de corazón y de propósito; definitivamente, toda la dirección de la vida de uno. Es conversión. Es un "cambio de sentido" y el principio de una nueva vida bajo el poder de Dios. La iniciativa de este acto de arrepentimiento se encuentra en Dios, en que El nos muestra nuestra necesidad y nuestro estado ante El, pero nosotros debemos actuar sobre esta relación (Romanos 2:4). ¡La elección es nuestra!

e) El poder del perdón
El arrepentimiento no se encuentra solo, el perdón es su gemelo espiritual. Después de haber experimentado nuestro pobre estado en la presencia santa de Dios, necesitamos experimentar la grandeza del amor y misericordia de Dios. Dios nos dio a su Hijo unigénito para que tuviéramos perdón. Le costó mucho, pero esto es cuanto nos ama (1 Juan 1:7-9). Existe sólo una manera para deshacernos de nuestro pecado y eso es por la boca, es decir, confesarlo. Dios nos perdonará si nosotros, a la vez, tomamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Cuando lo hacemos Dios se olvida de que hemos pecado. El borra aquel pecado de su memoria. Ya no necesitamos sentimos condenados o culpables, porque Dios nos ha aceptado.

¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? (Romanos 2:4)

Preguntas y puntos de discusión
1. ¿Podemos arrepentimos de verdad si no sabemos realmente cómo Dios nos ve a nosotros, nuestra vida y acciones?
2. ¿Por qué no es suficiente sólo sentir pena por nuestros pecados?
3. ¿Será la vida aburrida y sosa al arrepentimos, si aparentemente tenemos que renunciar a tanto?
4. En términos prácticos, ¿qué involucrará el arrepentimiento verdadero en nuestra vida diaria?
5. Cuando seguimos el camino de Dios en vez del nuestro, ¿qué regirá nuestro corazón? (Colosenses 3:15-17).

Resumen y aplicación
1. A lo que nos entregamos y lo que damos de alimento a nuestra mente, acabará siendo lo más importante para nosotros.

2. Necesitamos arrepentimos y darle la espalda a nuestras costumbres pecaminosas y egoístas, y volvernos a Dios y seguir su camino. El nos ama, nos conoce y sólo quiere lo mejor para nosotros.

3. Necesitamos destronar el yo en nuestra vida y ofrecemos a Dios para ser de su propiedad. Dejar que Jesús sea nuestro Señor.

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