1 NO DAR LUGAR A LA IDEA PERTURBADORA
A) Evitando la ocasión fácilmente evitaremos el pensamiento que en ella se suscita. Esto será posible en muchas circunstancias. Será incluso necesario en algunas como, por ejemplo, en las excitaciones sexuales, de las que nos dicen los moralistas que sólo ponerse en la ocasión próxima sin necesidad es pecado de temeridad. Por ser este terreno tan resbaladizo, si entramos en él, caeremos.
A) Evitando la ocasión fácilmente evitaremos el pensamiento que en ella se suscita. Esto será posible en muchas circunstancias. Será incluso necesario en algunas como, por ejemplo, en las excitaciones sexuales, de las que nos dicen los moralistas que sólo ponerse en la ocasión próxima sin necesidad es pecado de temeridad. Por ser este terreno tan resbaladizo, si entramos en él, caeremos.
B) Ocupando
toda nuestra atención en otras cosas:
1) Por
sensaciones plenamente conscientes.
2) Evitar
el pensamiento emotivo por medio de ocupaciones atractivas. Es muy bueno tener
alguna afición o "chifladura" donde acogernos en los momentos de
depresión, fatiga o emoción negativa. El fumador que saborea la bocanada de
humo caliente; el coleccionista que se enfrasca en sus colecciones; el artista
en su música o pintura; el jardinero en sus flores, encuentran un derivativo
para su emoción.
También
la evade, pero en forma derrotista, el que con drogas o alcohol renuncia a la
lucha; pero renuncia también al dominio de sí y a una personalidad robusta y
atractiva.
3) Atender
mejor a lo que se está haciendo o diciendo, y no a los pensamientos subjetivos
que nos perturban, cuando nos ruborizamos o cuando temblamos al actuar en
público.
Por
este medio vencí el miedo de la infancia a los cementerios de noche. Fui allí
solo y me esforcé en rezar con devoción por las almas de los allí enterrados.
Mientras sentí devoción, la atención fue completa y la imagen temerosa no pudo
ocupar mi mente.
¿No
es éste el medio empleado por todas las madres al tratar de las emociones de
sus hijitos? Cuando el niño llora de temor, ira o tristeza, la madre le muestra
algo nuevo, atrayendo allí su atención, y al conseguirlo se interrumpe o acaba
la emoción infantil.
2 CAMBIAR LA APRECIACIÓN DEL SUCESO QUE NOS
IMPRESIONA
Encaremos
bajo distinto ángulo el dolor, humillación, fracaso, ofensa, etc. Ponderemos
con tal claridad lo que en ellos puede haber de bueno, que ya no nos venga el
pensamiento excitante, triste, sino el contrario, alegre, y si aquél aparece le
podamos fácilmente dominar por el positivo opuesto.
Esto
no es obra de un día sino fruto de una educación de magnanimidad, de bondad, de
comprensión, de fe y de fortaleza. Los antiguos filósofos de Grecia y de Roma
lo consiguieron en parte con sólo la luz natural de su razón. Y así sostenían
que hay que aceptar el sufrimiento, pues por él nos hacemos más comprensivos
con los demás, más fuertes y más pacientes.
Pero
en los trances muy difíciles y amargos de la vida con solas las consideraciones
filosóficas es casi imposible la ecuanimidad y alegría, porque el dolor, la
humillación, el fracaso, la enfermedad, la muerte, aparecen desorbitados y sin
sentido cuando los separamos de la eternidad y de Dios.
Sólo
la religión nos ofrece entonces el punto de vista tranquilizador. Pues si nos
consideramos en este mundo como peregrinos del tiempo que vamos hacia nuestra
patria felicísima y eterna, podremos despreciar el dolor pasajero.
Y
si meditamos lo que dice la Escritura que "lo leve y transitorio de
nuestra tribulación nos produce un peso eterno de gloria", llegaremos
incluso a alegrarnos con el dolor. Una educación profundamente religiosa nos
facilita esta solución. Una educación en que tenemos como modelo a un Dios
sabiduría infinita que escoge para Sí sufrimiento y humillación y lo da a su
Madre y a sus Apóstoles.
Sólo
a la luz de la eternidad se pueden despreciar los quebrantos temporales, y sólo
mirando a la honra y gozo divino que nos espera podemos aceptar los
sufrimientos y humillaciones humanas.
Pero
sobre todo, para llegarlos a amar, sólo lo conseguirá quien, imitando a los
santos, los mire como caricias, abrazos y misericordias de nuestro Padre
Celestial. Son señales de predilección divina.
3 DESCUBRIR Y CAMBIAR LA IDEA PERTURBADORA
a)
Su contenido Cuando la causa es consciente y se concreta bien, es fácil
descubrir su exageración o su sinrazón, y así será fácil modificarla. Pero a
veces la reprimimos inconscientemente, porque no quisiéramos que actos o
motivos inconfesables apareciesen ni siquiera ante nuestra mente; otras veces
la transferimos a otros estímulos o circunstancias concomitantes. Entonces
puede ser muy útil la consulta con un especialista.
Un
sentimiento perturbador subconsciente o una ansiedad se normaliza o disminuye
al hacer más consciente la idea que lo produce. De ahí que muchos conflictos
afectivos se curan con sólo manifestarlos y desmenuzarlos. Así, pues, un examen
detenido del contenido de nuestros sentimientos, de su origen y sus causas, y
el descubrir en muchas fobias el reflejo condicionado o la transferencia que
las producía basta para debilitarlas o anularlas.
b)
la ilación o razón de ser de un sentimiento que ahora nos parece ilógico,
pero que no acertamos a dominar, puede hacerse clara si descubrimos alguna
circunstancia olvidada o alguna tendencia reprimida. Cierta exploración
psíquica o algunos tests, podrán ayudarnos a descubrirlas y liberarnos de sus
dañosos efectos.
c)
La intensidad o fuerza emotiva de una idea depende:
1) De
su calidad o sensibilización: cuanto más concreta y sensible, conmueve más;
cuanto más espiritual y abstracta, menos. Por eso los oradores hablan a la
imaginación, para obtener un resultado inmediato, un sentimiento; y tratan de
convencer al entendimiento cuando pretenden un efecto duradero.
2) De
su cantidad e importancia: cuanto más asociada esté a otras ideas, experiencias
o sentimientos, y sean éstos de mayor trascendencia, tiene mayor fuerza.
3) De
su duración: emociones, ya sean de temor, de ira o de tristeza que duran poco
tiempo, dejan poco rastro en el organismo o en el psiquismo. Pero si perduran
en exceso, pueden modificarlo notablemente, atrayendo, como decíamos del sol
intruso, cada vez más pensamientos y actos bajo su órbita, y causando un
desorden duradero.
Descubierta,
pues, la idea perturbadora, le quitaremos sensibilidad, importancia y detalles,
y la desligaremos de otras experiencias; no nos detendremos en ella conscientemente,
sino que pondremos cuanto antes el pensamiento y sentimiento contrario o, por
lo menos, diferente. Por eso también al sustituirlas hay que buscar otras lo
más sensibles que podamos, símbolos que digan mucho a nuestra imaginación; hay
que asociarlas a vivencias importantes, y hay que repetirlas y pasearlas por el
campo de la conciencia para que engloben en sí como la bola de nieve el mayor
número posible de elementos psíquicos.
4 PONER EL SENTIMIENTO Y TENDENCIA CONTRARIA
A
veces cambiamos el pensamiento, pero aún seguimos inclinados al escrúpulo, a la
preocupación, a la tristeza, al descontento, al temor. Es que el sentimiento
negativo ha quedado arraigado en la subconciencia con gran tendencia a ocupar
la mente con pensamientos negativos. Si no la tenemos nosotros bien ocupada, se
apodera de ella con recuerdos tristes y con preocupaciones, disgustos o temores
provenientes de aquella tendencia o sentimiento latente.
El
remedio indirecto consistirá en no dar lugar a esos pensamientos, teniendo
siempre la mente ocupada hasta que la tendencia a la tristeza o temor, por no
haberse ejercitado, se atrofia. El remedio directo está en cambiar la tendencia
latente, o mejor en poner la contraria.
Si
comprendemos cómo ésta se formó, veremos también el modo de combatirla. La
tendencia a temer, como indicábamos arriba, se forma por vivencias de temor no
contrarrestadas con otra vivencia de seguridad. Así, pues, un acto de terror, o
muchos de temor, o pensamientos o sentimientos de inseguridad, tienden a quedar
en nosotros a manera de sedimento, dejándonos más inclinados a temer.
Si
esas vivencias negativas han sido contrarrestadas rápidamente por otros
pensamientos o sentimientos positivos, no dejarán rastro en nosotros. Ejemplo,
el niño que después de un temor es tranquilizado por sus padres o educadores;
el adulto que, pasado el susto, disgusto o fracaso, se llega a convencer de que
no era para tanto.
Ejemplo
contrario: Una niña de cuatro años, mientras acariciaba feliz a su perrito, no
vio a un perrazo saltar la cerca vecina, pero lo sintió caer junto a sí. Se
asusta, suelta su perrito, grita, llora, huye y ya no puede estar junto a un
perro sin temblar. La conocí de doctora, dirigiendo una clínica en una capital
de Extremo Oriente. Me confesó que aún le perduraba esa fobia, y de tal modo le
dominaba que, en París, estando en un restaurante, al ver a un señor que
entraba con su perro, ella, alocada, no supo hacer otra cosa sino subirse sobre
la mesa.
¡Si
su madre hubiera hecho con ella lo que practicó con su hijita otra señora mejor
preparada! Desde el día siguiente, cuando la niña comía alegremente en el
jardín, la madre aparece por el otro extremo sujetando un perro. La niña se
asusta y llora, pero al oír : "no temas, hija, este perro es muy bueno, y
además lo tengo yo bien sujeto", se tranquiliza y sigue comiendo. Cada día
se le presenta el perro un poco más cerca, con el mismo susto y victoria. Al
cabo de veinte experiencias positivas, la niña estaba curada.
Cuando
la tendencia quedó arraigada en la subconciencia, hay que evitar que crezca. No
crecerá si no la seguimos alimentando con pensamientos, conversaciones, actos y
actitudes negativas. La dominaremos y destruiremos si ponemos vivencias
emocionales positivas y aun contrarias. Una muy fuerte podría curarnos por
completo.
5 VIVIR LAS EMOCIONES POSITIVAS: AMOR,
CONFIANZA, ALEGRÍA
Están
tan ligadas entre sí estas emociones que, cualquiera de ellas intensamente
vividas, nos ayudará a vencer la ira, el temor o la tristeza y a desarraigar su
tendencia.
El
joven Francisco de Sales, a pesar de su personalidad robusta y atractiva, se
veía casi anulado por el escrúpulo. Un día, al borde de la desesperación, a
pesar de repetidas confesiones, entró en una iglesia y dijo a Nuestro Señor:
"Ya que voy a tener la desgracia de odiarte y maldecirte por siempre en el
infierno, al menos ahora, quiero amarte y glorificarte con todas mis
fuerzas". Y por largo rato dio rienda suelta a su emoción reprimida de
amor. Al salir de la iglesia, se encontró curado de su escrúpulo para siempre.
Esta fuerte emoción positiva de amor, contrarrestó la tendencia negativa de
inseguridad que causaban sus escrúpulos.
Pongamos
sobre todo la emoción y la tendencia contraria. Pongamos amor y simpatía contra
la antipatía y el odio. Pongamos decisiones de heroísmo, actos de valor y
pensamientos de seguridad contra la inseguridad y temor. Repitamos ideas y
actitudes de alegría contra la tristeza. Por eso aconsejamos al que quiere
vencer su excesiva tristeza, temor, ira o antipatía, que se dedique a dar amor,
seguridad y alegría a los demás sobre todo a los más abandonados y necesitados.
Cuando
la nueva sedimentación positiva, producida por ese pensar y obrar positivo, sea
igual o mayor que la tendencia negativa, acumulada en nuestro interior, quedaremos
curados.
Si
no es tan grande como para curarnos, por lo menos sentiremos alivio. Señalemos
tan sólo la vida sublime de amor sobrenatural como el medio por excelencia para
satisfacer las necesidades básicas de la personalidad, sin lo cual según algunos
psicólogos no podemos conservarnos normales y felices.
Ponen
entre estas necesidades psíquicas la de pertenecer a un grupo, que nos
proporcione estima, protección, afecto, etc.; la necesidad de realizar valores,
y la de saber y conocer más y más y la de percibir la belleza, la verdad y la
bondad.
Pues
bien, todas estas necesidades se ven plenamente satisfechas en el místico, o en
el que, por la meditación, llega a conocer y sentir el Amor Infinito que es
Dios, volcándose sobre él al crear y conservar tantas criaturas para su bien, y
al hacerse hombre y morir por él.
En
el que siente la amabilidad de aquella mirada humano-divina posándose sobre los
que sufren y sobre. él; o el ardor de aquel Corazón todo amor y misericordia a
pesar de nuestra ingratitud, o aquellas ansias infinitas de aliviar nuestras
cargas y dolores y comunicarnos su vida y felicidad divinas.
Quien
esto conoce y siente, no experimentará soledad de corazón aunque viva en el
desierto o en el claustro. Pertenece al Todopoderoso que mira por él con
solicitud paternal y ternura maternal. Realiza en cada momento lo más noble y
útil al cumplir la voluntad de Dios, pues realiza el ideal de la Sabiduría
Infinita.
Además,
el conocimiento cada vez más profundo y sentido de la Realidad y Belleza
Infinita va colmando su capacidad intelectiva y estética. Estos efectos suben
de punto si además llega a sentir su propio amor de agradecimiento hacia esa
Bondad que tanto le dio y tanto le quiere dar, y su amor de benevolencia y
admiración hacia las perfecciones divinas.
Su
corazón lleno de amor y de satisfacción se volcará hacia sus prójimos (en
quienes ve la imagen del Hijo de Dios) y, al sacrificarse por su bienestar
material y espiritual, encuentra nueva plenitud afectiva y de realización
6 CAMBIAR LA EXPRESIÓN CONTROLABLE
La
emoción tiene su apoyo y complemento fisiológico en la expresión externa de
ojos, respiración, voz, músculos. Si le quitamos ese apoyo y, mejor aún, si
ponemos la expresión contraria, la emoción se debilita o extingue. Nuestros
ojos se ponen duros, fijos y con escaso parpadeo en el temor y en la ira.
Aflojémoslos y parpadeemos con frecuencia en el momento de irritación y, mejor,
tengamos ojos de sonrisa, y venceremos. La respiración se acorta y acelera.
Tomemos, pues, dos respiraciones profundas antes de contestar.
Expliqué
este método a universitarios. Al día siguiente me vino uno muy entusiasmado.
"Padre, eso es estupendo. Anoche estuve a punto de perder mis cabales,
pero acordándome de su charla ablandé mis ojos hasta sonreír con ellos y empecé
a tomar respiraciones profundas y me controlé tan bien que mi madre, que
observaba desde el cuarto vecino, vino a felicitarme y pedirme que le explicase
el secreto de este triunfo".
La
voz tiende a ser áspera y temblorosa en la emoción. Callemos o respondamos con
más suavidad en la ira, con más fuerza y seguridad en el temor, con más
animación en la tristeza. La sabiduría popular nos lo repite en muchas lenguas
: "Silbar en la oscuridad", dicen los ingleses, para vencer el miedo.
Cantemos en la tristeza, porque "El que canta, sus penas espanta".
Los japoneses lo expresan con más poesía: "Cuando el rostro sonríe, sale
el sol en el corazón".
Aflojemos
y soltemos los músculos del rostro y de las manos que tienden a ponerse tensos.
Este control fisiológico de la emoción por la expresión contraria no será
suficiente en muchos casos, y aun tal vez pueda ser dañoso en algunos si
seguimos fomentando el pensamiento excitante. Pero si al control fisiológico
añadimos el psíquico de pensamientos y sentimientos contrarios, entonces la
victoria será rápida y segura.
Juntando
en uno estos dos últimos medios, del sentimiento y expresión contrarios,
podemos dar una técnica práctica para superar fobias o emociones arraigadas.
Vivamos con nuestra imaginación las circunstancias que tanto nos afectan, y, al
estarlas viviendo, describamos con tono de convicción el estado afectivo en que
deberíamos o nos gustaría estar, o en que están las personas normales. Ese tono
de seguridad, si es muy intenso, llegará a producir un sentimiento
proporcionado, y podremos quedar luego liberados de la fobia.
El
padre Laburu nos cuenta el caso de un joven del campo que tenía pánico de la
langosta o chepalí. Ver una cerca de sí y temblar, alocarse y huir, era
inevitable, y hasta se hubiera arrojado por la ventana de no encontrar otra
salida.
El
Padre le hizo imaginar que entraba una por la puerta y luego imaginarse seguro
y decir con él, imitando el tono de seguridad con que le hablaba: "Y yo
sigo sereno". "La langosta se va acercando", decía el psicólogo,
y el enfermo lo repetía imaginándolo vivamente y se inmutaba; pero, al
imaginarse sereno y repetir: "Yo sigo seguro, a mí no me importa", se
serenaba. De nuevo el Padre : "La langosta está junto a mí... Está en las
manos del Padre" (mandó traer una en un frasquito). Está en mis
manos" (le hizo agarrar el frasquito). "Y yo estoy segurísimo".
Apenas repitió esto último con tono de gran dominio, cuando una respiración
profunda y una sonrisa franca manifestaban la completa liberación.
Dominada
la emoción, pronto empezaremos a experimentar los efectos consoladores en el
cuerpo y en el alma. Estos son: mejor relajación muscular, sosiego nervioso y
equilibrio glandular y hormonal. Salud conservada o mejorada. Victoria sobre
los bajos instintos. Robusta y equilibrada personalidad. Paz interna y paz
social. Mayor felicidad y edificación del prójimo. Y, finalmente, gloria y
agrado de Dios.
7 RESUMEN PRÁCTICO: CONTROL EMOCIONAL
1.°) Descubre
la causa consciente: la idea que la produce. Concrétala bien y, por la razón o
la fe, cambia tu manera de mirar al acontecimiento que inducía esa idea.
Debilítala desligándola de otros recuerdos. Quítale trascendencia y duración.
2.°) Buscar,
si acaso existe, la causa inconsciente. Recuerda experiencias pasadas que han
podido dejar llagas afectivas. Cúralas ahora aceptándolas o sublimándolas.
3.°) Modifica
tu predisposición o humor negativo. Para ello pon ideas y actos positivos
contrarios. Obra "como si..." estuvieses alegre, seguro...
4.°) Disminuye
tu emotividad, fortaleciendo tu organismo, quitando tensiones excesivas y
prolongadas de los músculos y evitando el exceso de hormonas proveniente de la
repetición de emociones. Sobre todo fortalece tu psiquismo por un reajuste de
valores, apreciando más lo trascendental y eterno y no tanto lo temporal y
baladí y dominando tus instintos por la razón.
5.° No
des lugar al recuerdo o idea perturbadora
a)
evitando la ocasión;
b)
ocupando tu mente en otras ideas u ocupaciones que te llenen;
c)
fomentando la observación y las sensaciones conscientes;
d)
dándote cuenta mejor de lo que haces y de lo que sientes o temes.
6.° Vive
las emociones positivas: Ama a la bondad humana pensando en sus muchas
cualidades y excusando sus defectos. Ama sobre todo a la Bondad Divina por sus
perfecciones infinitas y por lo mucho que te da y ama. Confía en la maquinaria
perfecta que Dios te ha dado para conseguir tu fin y tus ideales razonables.
Confía sobre todo en tu Padre Celestial que vela por ti y puede y quiere
ayudarte. Alégrate, pensando en tanto bueno como hay en ti, en la sociedad, en
esta vida y en la eterna. Una de estas emociones intensas superará cualquiera de
las negativas; la contraria, la desarraigará.
7. Cambia
la expresión controlable. Sin ese apoyo y complemento fisiológico la emoción se
debilita; con la expresión contraria se apaga. Afloja todos los músculos: ojos,
rostro, pecho, brazos, etc., y trata de airarte. Verás que lo consigues.
Respira hondo. Sonríe. Toma actitud de valor... el temor o tristeza
disminuirán. No utilices este medio sino cuando refrenas o cambias tu pensar
negativo.
8 IMPRESIONABILIDAD EXAGERADA
Depende
ésta del organismo por estar debilitado, tenso o con exceso de hormonas, pero
depende, sobre todo, del psiquismo o conjunto de ideas y hábitos.
1. Debilidad
orgánica: Los enfermos, los niños, las mujeres y los ancianos suelen ser más
impresionables que el hombre robusto.
2. La
tensión muscular allana el camino a la emoción, pues esto es lo primero que
ella produce. Existiendo esta tensión basta una pequeña excitación para que los
efectos emocionales crezcan rápidamente. Se cuenta del presidente Delano
Roosevelt que tenía junto a su despacho un diván donde se echaba varias veces al
día en ratos perdidos para aflojar por unos minutos todos sus músculos. Esta
relajación muscular le daba mayor ecuanimidad y autoridad y mayor aplomo a sus
palabras. Adenauer, el gran canciller de la República Federal Alemana y autor
de su prodigiosa recuperación económica, debía su portentosa actividad,
ecuanimidad y resistencia al trabajo a los 83 años, entre otras causas, a que
cada día tenía varias siestas cortas donde aflojaba todos sus músculos.
3. El
exceso hormonal propio del que se deja dominar frecuentemente de la ira, temor
o tristeza, también prepara el camino a la segunda fase de la emoción y
acostumbra a las glándulas a una dañosa superactividad, y a las enfermedades de
"Stress", del doctor Sellye. La inyección de adrenalina nos hace más
irritables.
La
mayor impresionabilidad depende, sobre todo, del psiquismo, de la manera como
encaramos la vida. Los mismos acontecimientos producen en unos individuos
grande impresión y en otros pequeña o nula, según las vivencias que les
precedieron, o según que les tomen de sorpresa o prevenidos. Poca huella
dejarán en aquellos cuyas ideas, convicciones o sentimientos les permitan ver
en tales sucesos otras facetas que hagan contrapeso a la tristeza o temor, al
deseo o preocupación. Así, dos individuos, avariento y soberbio el uno,
desprendido y humilde el otro, sufren el mismo fracaso y pérdida de fortuna.
Este hecho causará en el primero grande depresión y tristeza; y si no sabe
distraerse y encararlo de modo positivo, llegará tal vez a dominarle y descontrolarle.
En el otro, por el contrario, al encontrarle lleno de ideas o sentimientos
favorables, no producen ningún choque, y aun, pasada la primera reacción,
instintiva, llegará tal vez a serle agradable.
Raíz
de la impresionabilidad exagerada
Hay
que buscarla en el psiquismo inferior sensitivo-apetitivo que no percibiendo
realidades superiores, nos saca de la verdadera realidad de la vida, de las
cosas y del propio "Yo"; en el instinto de conservación, de
superación y de reproducción. Es decir, en la tendencia innata a conservarnos
corporalmente, y de rechazo, a huir del peligro y de la muerte corporal, sin
preocuparnos de la espiritual y eterna; en la propensión a superar a los demás
y aumentar nuestros bienes terrenos, sin caer en la cuenta si nos impide o no
otros mayores; en el impulso a buscar el placer de un miembro, aunque sea con
daño de todo el ser, y en huir del dolor y de la molestia, aunque nos traigan
bienes superiores. Véndese el derecho de primogenitura por un plato de
lentejas. Se quiere el placer sexual o alcohólico aun con ruina de la salud o
del alma.
Nos
salimos de la verdadera realidad del hombre, que no es sólo cuerpo, sino
también espíritu; no es sólo terreno y temporal, sino también celestial y
eterno. Nos salimos de nuestro verdadero "Yo" no reconociendo ni
aceptando las limitaciones o el medio ambiente. El centro de gravedad afectivo
queda desplazado. El centro de gravedad del hombre está en el fin sublime que
le dio su Creador, el Amor Infinito: que le permitamos hacernos felices en la
tierra por el amor a El y al prójimo, para gozarle después por toda la
eternidad.
Quien
comprenda la sublimidad y dicha de poder realizar en cada momento el ideal de
Dios, o lo que es lo mismo, "querer lo que El hace, y hacer lo que El
quiere", y que esto no se lo puede impedir la enfermedad, ni la maldad o
injusticia ajena, éste, jamás sufrirá perturbación psíquica duradera. Por eso
los santos que comprendían y vivían esa realidad sublime son los prototipos del
hombre controlado. Por eso también los creyentes que sufren perturbaciones
afectivas, harán muy bien en añadir a los medios científicos éste más eficaz
aún de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, donde al meditar esta verdad
en el Principio y Fundamento, volverán a su centro de gravedad y sentirán
desvanecerse sus temores o preocupaciones en la paz más profunda del alma.
Una
señorita de de Lima me ayudó eficazmente en la propaganda misional. Conseguimos
un magnífico salón y ella se lanzó a la propaganda. Pero por falta de tiempo, a
la hora señalada sólo había doce personas. Al día siguiente, vino ella a verme.
"Supongo que no tendré que consolarla por lo de anoche", le pregunte.
"No, Padre", me respondió. "Cada día paso dos horas con Dios y
pienso mucho en la grandeza del Ser Infinito, y siento que en su comparación
todos los hombres somos como un granito de arena. Pues bien, al aceptar su
propaganda, lo hice por agradar al Padre Dios, que se alegra al ver felices a
sus hijos, y las charlas de Ud. ayudarán a eso. Así que el Ser Infinito me
sonríe. Gané, pues, el millón. Los granitos de arena, es decir, los hombres, no
me hicieron caso. Perdí un-centavito. El que gana el millón y pierde el
centavo, ¿podrá estar triste?"
¡Qué
respuesta tan sublime y tan apta para volvernos a la realidad y quitar
importancia a los fracasos humanos si procedimos con buena voluntad!
9 REMEDIO DE LA IMPRESIONABILIDAD EXAGERADA
En el entendimiento
Hemos
de fijar bien la jerarquía de valores con una buena educación moral y
religiosa, apreciando en su justo valor lo duradero y eterno, sobre lo temporal
y pasajero; el bien total de todo el ser sobre el gusto o bien parcial del
cuerpo; iluminando y dirigiendo nuestros instintos por su verdadero camino y
fin y elevándolos por la ciencia y por la fe a las sublimidades que no conocen.
Hemos
de procurar arraigar positivamente el aprecio y la tendencia hacia el bien
total: amor propio no rastrero, terreno y material, sino superior, espiritual y
eterno. Amor a la vida y a la gloria que no terminan. Amor al sufrimiento
dignificado por el ideal. Amor desinteresado a los demás, o mejor, si tenemos
fe, caridad sobrenatural al prójimo, viendo en él a nuestro Acreedor Infinito
disfrazado con defectos, para que le amemos con mayor mérito.
Lo
conseguiremos por la meditación de los bienes superiores y por la práctica de
las virtudes. Cuanto más fortifiquemos el psiquismo superior
intelectivo-volitivo por el conocimiento de estos valores superiores y por la
decisión en el bien, tanto más inmunizados quedaremos contra las aberraciones
de los bajos instintos.
Por
esto, en los santos en que este dominio de la razón y de la recta moral llegó a
la cumbre, las desgracias, humillaciones y peligros temporales no causaban
perturbación o ésta pasaba prontamente.
En
la conducta, evitar ideas, ambientes, espectáculos, actos que favorezcan las
tendencias descaminadas. Con mucho mayor empeño habrá que impedir la
satisfacción indebida del instinto, que lo graba y arraiga más en nuestro ser.
Eliminar
ideas que impresionan. -Podemos ejercitarnos en introducir voluntariamente en
nuestra mente esas ideas o imágenes impresionantes y apartarlas y borrarlas en
seguida. Para adiestrarnos en esta práctica empecemos por
a) Escoger
tres o cuatro objetos y colocarlos sobre un papel blanco. Sepárese uno de ellos
con la mano. Hecho esto, se cierran los ojos y se verifica si el objeto
separado quedó eliminado en la mente. Del mismo modo apartar sucesivamente con
la mano y con la mente los demás objetos, hasta que ninguno de ellos permanezca
en la conciencia.
b) Escribir
mentalmente tres o cinco números y borrarlos luego uno por uno.
c) Repetir
la misma operación con tres o cinco letras o palabras.
d) Finalmente,
obtenido ya bastante dominio, sintetizar la causa de la excitación en una
palabra o frase, grabarla en nuestra mente y extinguirla. Nótese que, cuando la
fobia o idea impresionante es voluntariamente grabada por nosotros, y no impuesta
por el inconsciente, no provoca las perturbaciones que acostumbraba traer
consigo.
Con
este adiestramiento, desaparecerán estas perturbaciones, primero temporalmente,
y después definitivamente, de nuestro psiquismo. Cuando esas ideas vienen con
gran carga emocional de disgusto, temor o tristeza no será fácil eliminarlas
sin antes quitarles o disminuirles esa carga afectiva.
10 CONCENTRACIÓN OPUESTA
a)Concentración
en la imagen o sentimiento de calma, paz.
Procurar
encontrar en mi pasado o determinar en mí un sentimiento o recuerdo de
tranquilidad moral y física v. gr., un paisaje, una armonía, una oración, etc.
y concretar lo más posible esa sensación, hasta vivirla de nuevo.
b) Concentración
en la imagen de energía, de valor.
Tratar
de sentir nuevamente la propia fuerza moral, recordando momentos enérgicos de
mi vida . Reproducir mentalmente esos momentos. Si nunca la experimentó en sí,
esforzarse por comprender lo que significa energía, con imágenes o
comparaciones acomodadas al propio psiquismo que son las que más penetran en el
inconsciente. Con un poco de perseverancia se conseguirá fácilmente.
c) Concentración
en la imagen de control.
Es
una consecuencia de las precedentes, pues si alguien puede estar tranquilo y
enérgico cuando quiere, es evidente que tiene control. Trate de verificar en sí
ese control, de sentirlo y vivirlo en el momento presente, y procure continuar
en esa experiencia hasta desarrollar y grabar el sentimiento exacto de esa
facultad.
Hacer
esas concentraciones, primero, por algunos momentos, más prolongadamente
después, y repetirlas durante el día en circunstancias varias y difíciles,
hasta que penetren en el inconsciente. Hacerlo sobre todo cuando estoy imaginando
las circunstancias que me perturbaban. El sentimiento de control de ahí
originado deshace la raíz de la impresionabilidad exagerada y de la fobia.
11 PSICOTERAPIA INTEGRAL RELIGIOSA
Por los remedios indicados en este capítulo, sobre todo al ir al fondo del
problema, podríamos barruntar que el ateísmo, el materialismo, el agnosticismo,
crean una psicoterapia muy pobre que no satisface, ni a la razón, ni al
corazón.
Si
concebimos al hombre corporal sin su alma espiritual con anhelos de infinito,
si le apartamos de Dios, o no le orientamos hacia su Hacedor, su Padre, su
Felicidad, le desintegramos psíquicamente, le dejamos fuera de su realidad
total. Quedará siempre algo desencajado. En lo más íntimo de su ser habrá
siempre un vacío, una angustia existencial. El edificio de seguridad,
satisfacción, optimismo, personalidad robusta, realización de valores
ilimitados, que sobre esa base se quiere construir, no ofrecerá solidez ni
resistencia ante cualquier embate.
En
cambio, la psicoterapia fundada en la fe y en el destino divino del hombre
tranquiliza y satisface a la razón, al sentimiento, al alma y a los nervios y
le conserva normal, íntegro, sereno y sublime aun en medio de los mayores
dolores y de la misma muerte, como lo prueban los millones de mártires y de
santos de toda edad, condición y raza.
Freud,
tenido como el descubridor del "Nuevo Mundo" en psicoterapia,
descubrió o por lo menos formuló claramente las fuerzas inconscientes en el
hombre; pero como desconocía lo espiritual en nosotros, dio un alcance excesivo
a los mecanismos instintivos; de la "libido".
Adler,
al no ver explícita en su maestro la otra gran fuerza inconsciente, el instinto
de superación, se separó de Freud y explicó y utilizó ese mecanismo de
superación.
Jung,
elevándose algo más, vislumbró tal vez lo sobrenatural o divino, sin llegar a
formularlo sino como el arquetipo o el inconsciente colectivo. Si esos grandes
investigadores hubieran sabido que venimos de Dios, que somos chispitas salidas
de esa hoguera infinita de amor; si hubieran comprendido que el ansia
insaciable de amor y de felicidad que sentimos no son otra cosa que las
urgencias de nuestro Padre Celestial, para transformarnos en El y comunicarnos
su dicha infinita, tal vez hubieran concebido y explicado con toda claridad lo
que dejaron impreciso, y hubieran evitado frecuentes correcciones y aun
contradicciones. Eso lo evitó Víctor Frankl con su "logoterapia" o
terapia por la búsqueda del sentido de la vida.
El
hombre caído de la elevación original en que le puso Dios, es lógico que
experimente cierta angustia vital. Pero el hombre redimido, que siente un amor
humano-divino volcándose sobre él, y provisto de tantos medios, incluso el
dolor, para elevarse y divinizarse, podrá fácilmente vencer esos obstáculos.
Quien
está tratando de millonadas divinas, podrá sin dificultad dejar de preocuparse
de naderías terrenas. ¿No tendrán así más fácil solución muchas frustraciones,
desesperaciones, fobias, disgustos, conflictos, represiones, fijaciones,
angustias?
En
1932 escribió Jung: "Durante los últimos 30 años me han consultado
individuos de todas las regiones civilizadas... entre los pacientes de más de
35 años no he encontrado uno solo cuyo problema no consistiera en última
instancia en buscar una perspectiva religiosa en su vida. Podría afirmar con
toda seguridad que todos habían enfermado por haber perdido lo que la religión
ha ofrecido siempre a sus seguidores; siendo curados al volver a ganar su
perspectiva religiosa".