HABLANDO DE VOLUNTAD

DEFINICIÓN DE VOLUNTAD
Quiero - es la palabra más rara del mundo, aunque la más usada. El que llega a encontrar el terrible secreto del querer, aunque hoy sea pobre y el último, pronto aventajará a los demás. Lacordaire

La voluntad es un apetito racional que tiende hacia el bien tan pronto como el entendimiento lo percibe como tal. Es el poder ejecutivo de nuestra personalidad por el que pretendemos y escogemos determinados fines y medios. Acomodándola a la reeducación se la puede describir, con el Dr. Arthus, como una energía propia del "yo" que nos permite organizar libremente la representación de un acto y pasar libremente a su ejecución.

Es la mayor de nuestras energías psíquicas, la que, bien encauzada, nos llevará más rápidamente a la salud y eficiencia. Se acumula en la deliberación y se descarga en la decisión. Es distinta de los actos. Es libre, activa e inteligente. Existe en potencia también en los abúlicos, aunque no es utilizada.
ACTOS INEFICACES DE VOLUNTAD
Mero deseo -Es pasivo, necesario. Basta que sea un objeto o un acto bueno, para que la voluntad se incline hacia él, lo desee.

Intención de... -Es tendencia para hacer algo. No es aún el querer, sino el proyecto o ensayo de querer.

Impulso -Es un determinarse por fuerzas o circunstancias externas. Es indeliberado, instintivo. Es una gran fuerza, pero anárquica.

Veleidad-Es la ausencia del sentimiento de personalidad. Es un "quisiera", pero no un "quiero".

ACTOS EFICACES DE VOLUNTAD

Llamamos así a los que lo son verdaderamente y nos llevan a la ejecución; a los que dejan la persuasión y el sentimiento íntimo de que provienen de nuestra libre voluntad. Este es el acto verdaderamente educativo, y el que más rápidamente trae la curación y el perfeccionamiento de la personalidad. Es el esfuerzo de la voluntad; es la "determinación deliberada" de san Ignacio de Loyola.

La decisión produce paz y descanso; por el contrario, la indecisión es fuente de cansancio, pues el cerebro está sobrecargándose de energías que no encuentran salida.

PREPARARSE PARA QUERER DE VERAS
Para realizar con perfección el acto más noble del ser humano convendría antes quitar los obstáculos de cuerpo y alma.

Del cuerpo: Crispación de nervios: calmarlos. Tensión de músculos: aflojarlos. Respiración alborotada: que sea lenta y profunda.

Del alma: Indiferencia afectiva: no inclinado a lo malo. Positiva adhesión a lo bueno.

REQUISITOS PSÍQUICOS
1) Concretar el acto -Poder representarse claramente lo que se va a hacer, concentrando la atención sobre esa idea. Cuanto más sensible, detallada y viva sea esta imagen, tanto más fuerza tendrá. La falta de este requisito es la primera fuente de abulia y de incapacidad de actos voluntarios. Cuesta detener el río de las ideas; su cerebro emisor no les obedece enteramente: no tienen facilidad para concentrarse en lo que van a hacer. Para concretar bien el objeto, respondan a las preguntas: ¿De qué se trata? ¿Cuándo se hará? ¿Cómo? Considerando también las demás condiciones para la ejecución. Lo mejor sería verse, como en una cinta cinematográfica, actuando en concreto. La más noble de nuestras facultades no se pone en movimiento cuando ignora hacia dónde va. Por falta de esta precisión, muchos pretendidos propósitos no pasan de deseo o veleidad; no hubo en ellos descarga psíquica. He aquí la primera causa de la ineficiencia en lo que creímos propósitos. Eran movimientos de voluntad poco concretos.

2) Sentir su posibilidad -La "reina" de nuestras facultades es por demás consciente de su dignidad para lanzarse advertidamente a un fracaso. No hará un esfuerzo que presiente va a resultar estéril. Concretado, pues, el acto, me examinaré si la energía que poseo equivale a la energía requerida por el acto. Hay que sentir esta posibilidad a la manera de un atleta que siente en sí la fuerza muscular necesaria para realizar un ejercicio.

3) Poseer algún motivo -Nuestra voluntad está naturalmente inclinada al bien y no se lanzará al acto mientras el entendimiento no se lo presente como bueno. Debemos, pues, percibir los valores, los bienes como posibles, que ésos son los motivos del acto. Para obtener el esfuerzo de la voluntad tales valores deben ser:

a)Valores objetivos: bienes en sí intrínsecamente tales. Cuanto más verdadero, duradero y trascendental sea el bien, más atraerá a la voluntad.

b)Acomodados a la capacidad del individuo. En los niños, que aún no tienen ideas abstractas, han de ser bienes sensibles y concretos; en los adultos, bienes más espirituales y universales.

c)Subjetivos: es decir, percibidos como bienes por nosotros. Sentidos o cargados de afectividad: que el bien percibido no esté sólo en la esfera del entendimiento sino que llegue al corazón, que interese a todo el ser.

d)Actuados o recordados: esto es, valores puestos en acción al momento de decidir y de ejecutar.

4) Sinceridad en el querer -Es la condición que falta con más frecuencia, ocasionando la mayor parte de los fracasos de la voluntad. Consiste en determinarse de veras. Es la decisión que convierte el proyecto en realidad presente o futura. Es dar la victoria a una idea práctica, excluyendo la opuesta o las demás como imposibles para sí: Por esta sinceridad sentimos que el "sí" o el "no" es verdadero, efectivo, cierto. Nos deja la convicción de que el objeto del acto volitivo se realizará. Hemos transformado una idea en acción.

El drama del querer se desarrolla en la conciencia y termina cuando la idea, práctica, escogida por el "yo", quedó constituida reina del campo de la conciencia.

La causa profunda de nuestra debilidad e impotencia está en la flaqueza de nuestro querer. Cuando se quiere de veras, brotan fuerzas insospechadas aun de organismos débiles.

EJECUCIÓN
Realizar un acto voluntario es transformar una idea en acción. La decisión introduce en la conciencia una fuerza grande que lleva naturalmente al acto. Si éste es inmediatamente realizable, luego se verifica, sin nueva intervención de la conciencia. Si la ejecución es para más tarde, la orden será transmitida y las reservas de energía quedarán preparadas en la subconciencia para, en el momento previsto, obrar automáticamente, a menos que intervenga una contraorden u obstáculos imprevistos.

Por ejemplo: decido ir después del almuerzo a visitar a un amigo. De hecho, sin nuevo acto consciente, me levantaré, saldré a la calle, e iré hasta su casa. Personas hay qué, habiendo resuelto despertar a una hora determinada, la subconciencia, que no duerme, las despierta en la hora precisa. Pero, si existió preocupación, ésta lo hace antes de la hora.

Avisos importantes
1) Siendo la decisión la aceptación de una idea práctica, como necesaria para mí, y la exclusión de la opuesta como imposible, nunca debemos discutirla en el momento de la ejecución (pues eso equivaldría a anularla), sino que debe ser ejecutada ciegamente, v. gr. : decido levantarme al primer toque del despertador. Al oírlo, nunca discutiré, ni pensaré si estoy cansado, o si aún es temprano, etc.... sino que me incorporaré y saltaré inmediatamente de la cama.

2) Si la ejecución es costosa o repugnante para nuestros instintos, como el presentar excusas a una persona ofendida, será bien, en el tiempo que media entre la decisión y la ejecución, no pensar en lo que voy a hacer, sino en las consecuencias buenas previstas.

3) Si la decisión es de evitar una acción hacia la cual nos atrae el instinto, v. gr. un placer ilícito, sería mejor apartar de ella el pensamiento (ya que toda idea tiende al acto) y si forzosamente hubiéramos de pensar, que no sea en concreto; ya que la idea, cuanto más concreta y encarnada, mueve más; consideremos únicamente la parte repulsiva del acto, las ocasiones que hay que evitar; o sus consecuencias penosas.

Este es el medio para hacer con facilidad actos subjetivamente heroicos: una vez decidido el acto a la luz y al calor del ideal o de algún motivo principal, en el intermedio hasta la ejecución, no pensar en dicho acto, ni en los motivos contrarios que se presentarán atraídos por la repugnancia inconsciente.

En resumen, no debemos pensar en el acto más que el tiempo necesario para decidir y, llegado el momento, ejecutarlo como algo que se impone por sí mismo, algo que, porque lo quisimos, es imposible dejar de hacer.

4) Cuando decidimos algún acto sobrenatural, como recibir sacramentos, orar, hacer apostolado, etc., además de los medios humanos, necesitamos la ayuda de Dios, quien, nunca la niega al que se la pide confiadamente.

Para que la "reina" de nuestras facultades actúe lo mejor posible, sigamos estos consejos:
Al sentir un impulso: Dejar siempre un intervalo entre éste y la ejecución (un tiempo para deliberar). Antes de decidir, preguntarse:

"¿Qué es lo que quiero ...?" (concretar). "¿Por qué motivos...? (especificarlos). Al decidirse, contestar: "Lo quiero de veras". ¡"Se hará"! (voluntad firme y concreta, precedida y acompañada del sentimiento de posibilidad).Después, afianzarse: "Puesto que lo quiero, imposible ya dejar de hacerlo", excluir toda posibilidad de lo contrario y lanzarse ciegamente a la ejecución.

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