Hay un lugar dentro de ti donde el tiempo no cuenta, donde la verdad tiene su
altar, donde la voz del Espíritu eterno se deja oír. Es tu mente espiritual, o
en lenguaje bíblico, tu corazón. Y es en ese lugar donde descubrirás con gozo
infinito tu verdadera identidad en comunión con el Padre y el Hijo, y en
comunión con todos los hijos de Dios.
Aconseja
san Anselmo “Entra un momento en ti mismo, lejos del tumulto de tus
pensamientos. Entra en el aposento de tu alma. Descansa siquiera un momento en
presencia de Dios. Alma mía, di a Dios: Busco tu rostro, Señor, anhelo ver tu
rostro. Enséñame a buscarte y muéstrate a quien te busca.
Deseando
te buscaré, buscando te desearé, amando te hallaré y hallándote te amaré”
(Brev. I pa 164s).
Cuando
entras en ti mismo, lejos del tumulto de tus pensamientos, verás con sorpresa y
gozo que no eres el yo frágil inseguro con el que en tu mente te habías identificado.
Libre de ese gran error, te irás haciendo cada día más consciente de tu
verdadero yo, objeto del amor eterno del Padre. Para llegar a ese maravilloso
descubrimiento, pide al Espíritu Santo se haga cargo de tu mente. Con tu
cooperación él necesita llevar a cabo una doble función: eliminar pensamientos
y creencias que no están de acuerdo con la mente de Dios; y grabar a fuego
pensamientos y creencias en línea con los de Dios (1Co 2,10). La primera fase
puede ser dolorosa si has invertido mucho en la formación de tu mente, sobre
todo a nivel espiritual. Tendrás que reconocer que no sabes nada, porque todo
lo que te has enseñado a ti mismo no es nada real. Con eso estarás abierto a
las lecciones del Espíritu Santo.
Pronto
verás que olvidar no es lo opuesto de recordar, como te dice la mente natural.
Olvidar es limpiar el camino para recordar la verdad eterna. Al olvidar lo que
no eres, los cuentos que el ego te había metido en la mente, irás recordando lo
que eres y siempre has sido. Al olvidar que todos estamos separados, recordarás
que todos somos uno. Al olvidar a ese Dios que tenías en tu mente, recordarás
al Dios que no cabe en tu mente. (Jn 14,26).
“El
Espíritu os guiará a la verdad completa” (Jn 16,13). Muchas veces el ego te ha
hecho salir valientemente en defensa de tu verdad. Cuando olvides tu verdad
parcial y el Espíritu grabe la verdad completa como se encuentra en Dios,
vivirás con gran paz, pues verás que la verdad no necesita la defienda nadie.
Siempre es y será verdad.
Cuando
te olvides de tu verdad parcial, serás capaz de ver lo que pasa en tu entorno
sin emitir juicios y condenas; serás capaz de escuchar a una persona agobiada
sin juzgar. De ese modo podrás pasar por este complicado mundo con gran libertad
y pureza de alma; y podrás extender el reinado de Dios, aconsejando y guiando
rectamente a quienes acuden a ti buscando ayuda. “Vosotros sois la luz del
mundo. Brille de tal modo vuestra luz delante de los hombres que vean vuestras
buenas obras y glorifiquen al Padre, que está en los cielos” (Mt 5,14-16).