NO IMPORTA EL TAMAÑO DE TU BATALLA
En los momentos más oscuros, cuando la tristeza amenaza con abrumarte y las dudas nublan tu horizonte, recuerda esto: no estás solo. Aunque parezca que la carga es insostenible, hay un poder más grande que camina a tu lado.
Dios está siempre contigo, Él conoce tus debilidades, tus fortalezas ocultas y está dispuesto a luchar a tu lado en cada batalla.
¿El tamaño de tu desafío? Irrelevante. ¿La magnitud de tus miedos? Insignificante
Porque
con Dios, todo es posible. Él no solo te sostiene, sino que también te impulsa
hacia adelante.
En los momentos de ansiedad, cierra los ojos y visualiza un camino iluminado por la esperanza. Siente cómo la fe se entrelaza con tus fibras más profundas. Dios no solo te da fuerzas para seguir adelante, sino también la certeza de que el futuro está lleno de posibilidades.
Quizás no veas la solución ahora mismo, pero Dios ya la tiene preparada. Él es el maestro de los finales inesperados, el autor de los giros sorprendentes. Así que, aunque las lágrimas empañen tus ojos, mantén la mirada en el horizonte. La victoria está al alcance de tu mano.
Recuerda: no importa cuán grande sea
tu batalla, con Dios puedes lograrlo todo. Él transforma las tormentas en oportunidades,
las dudas en certezas y las lágrimas en sonrisas, AMÉN
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