ORAR POR UN HIJO ENFERMO

Padre celestial, te doy gracias porque eres mi Dios Sanador. Clamo con mi corazón angustiado porque la salud de mi hijo (su nombre) está dañada. 

Vengo a tu presencia a suplicar que pongas tu mano de sanidad sobre él.

Que toda raíz de enfermedad sea seca y arrancada con tu poder, Señor.


Te pido que hagas funcionar su organismo como tú lo diseñaste, que la vida en abundancia de Jesús fluya por todo su cuerpo y que los órganos que están deteriorados, sean restaurados y revividos.

Ilumina con tu sabiduría a los médicos que lo atienden y muéstrales el tratamiento adecuado. Yo sé que tú intervienes a través de ellos para que mi hijo reciba su sanidad.

Aún en el dolor por la condición de mi hijo, me mantengo firme creyendo que tú eres un Dios de amor, de sanidad y poder. Sé que tú cumplirás tu propósito en su vida y que muy pronto veré a mi hijo sano y libre de todo síntoma.

Señor, mi Dios, aumenta mi fe y consuélame del sufrimiento de ver a mi hijo postrado en esta cama.

Hazme saber que tú estás en control y llena mi corazón con tu paz, sabiendo que escuchas y respondes mi oración.

Gracias, Señor, porque tu oído siempre está atento a mi clamor. Elijo poner toda mi confianza en ti, porque no hay otro Dios que haga los milagros que tú haces. En el nombre de Jesús.

DECLARACIÓN Y CONFESIÓN DE FE

Tu boca tiene poder, por lo tanto es necesario que con la autoridad que Jesús te da, declares y confieses la Palabra de Dios contra la enfermedad.

Además de la oración por un hijo Repite esta declaración y confesión de fe cuantas veces sea necesario en el día y la noche, hasta que se haga realidad.

“En el nombre de Jesús, ordeno a la enfermedad que está oprimiendo a mi hijo, que ahora mismo salga de su cuerpo y lo deje libre, que se desarraigue totalmente y vaya a los lugares oscuros a donde pertenece.

Hablo a sus órganos que se fortalezcan y generen defensas para echar fuera toda infección, virus o bacteria que los estén atacando.

Reclamo la salud de mi hijo para la gloria y honra de Dios.

Confieso que mi hijo ha sido curado por las heridas de Cristo y que recibe sanidad por el sacrificio de la cruz. Declaro vida en abundancia fluyendo por sus venas y llegando a todo su cuerpo con una nueva vitalidad.

Mi hijo es sano en el nombre de Jesús. Amén”.

Versículos bíblicos para meditar: Éxodo 15:26; Salmo 5:2; Juan 10:10; Isaías 53:4-5; 1 Pedro 2:24

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Que tu Cruz sea su luz y no permitas que el enemigo los desvié del camino.

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