Se
cuenta el caso de un hombre que cometió un terrible crimen, asesinando por
celos al novio en su propia boda.
Inmediatamente después de cometido el asesinato tomó su caballo y huyó del castillo donde se había celebrado la fiesta y, aprovechando la oscuridad de la noche, corrió por los caminos de Escocia.
Después de galopar toda la noche dando vueltas y más vueltas y cuando creía que se hallaba a muchos kilómetros del lugar, al despuntar el alba se encontró en las puertas del mismo castillo donde había cometido su terrible crimen, siendo detenido para recibir su castigo.
En ocasiones creemos que si no hablamos de nuestro pecado, que si lo escondemos y si nadie se entera o que si nos vamos lejos donde nadie nos conozca, bastará para dejar en el olvido nuestro error. Sin embargo, no hay forma de escapar de Dios, quien nos conoce y sabe todo lo que acontece en nuestras vidas.
El rey David, en el salmo 139: 7-12 (NTV), dice: “¡Jamás podría escaparme de tu Espíritu! ¡Jamás podría huir de tu presencia! Si subo al cielo, allí estás tú; si desciendo a la tumba, allí estás tú. Si cabalgo sobre las alas de la mañana, si habito junto a los océanos más lejanos, aun allí me guiará tu mano y me sostendrá tu fuerza. Podría pedirle a la oscuridad que me ocultara, y a la luz que me rodea, que se convierta en noche; pero ni siquiera en la oscuridad puedo esconderme de ti. Para ti, la noche es tan brillante como el día. La oscuridad y la luz son lo mismo para ti”
No huyas, no hay forma de esconderte de Dios. Puedes ir de una iglesia a otra, cambiarte de ciudades y hasta de países constantemente, pero llegará un día en el que ya no podrás huir y tendrás que enfrentar, como todos, el juicio por tus actos.
Si te has equivocado, si pecaste, acércate a Dios con un corazón arrepentido y pide perdón. Si heriste a alguien, pídele perdón y si está en tus manos enmendar el daño causado ¡hazlo!
¡No tienes que vivir huyendo! 1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. (RVR1960)”
Por mucho que huyas no podrás escapar de Dios, así que deja de atormentarte por tus pecados, acude a Él y disfruta del perdón, la paz y tranquilidad que necesitas.
Que tu Cruz sea su luz y no permitas que el enemigo los desvié del camino.
0 Comentarios