Cuentan
que cuando Livia hubo logrado que su imperial esposo, Augusto, no le negase
nada, los demás romanos le pidieron el secreto de su éxito, a lo que ella
contestó:
“Yo lo gobierno obedeciéndole a él primero”.
Lo mismo sucede en nuestra relación con Dios; si somos obedientes Él nos bendice.
En la Biblia encontramos muchas historias acerca de la obediencia y la
bendición que ésta trajo sobre aquellos que siguieron los consejos y
mandamientos de Dios.
Muchas veces queremos la bendición de Dios pero no estamos dispuestos a cambiar
nuestras vidas ni a seguir los mandamientos del Señor, queremos hacer todo a
nuestra manera y lo único que logramos es ir de un fracaso a otro.
Deuteronomio 28:1 (TLA) dice: “Si ustedes obedecen todos los mandamientos de Dios que hoy les he dado, serán su pueblo favorito en toda la tierra”.
La clave para tener una vida bendecida está en obedecer primeramente a Dios. Cuando seguimos sus mandamientos y buscamos su voluntad todo lo que hacemos prospera y vamos cumpliendo la voluntad de Dios, que es buena, agradable y perfecta.
A veces la gente cree que Dios tiene “favoritos” y que sólo bendice a algunos de sus hijos, o que el Señor se ha ensañado con ellos y por eso todo les sale mal. Sin embargo, no se dan cuenta que han sacado a Dios del primer lugar en sus vidas, van a la iglesia sólo los domingos o lo buscan solamente cuando necesitan urgentemente su ayuda.
“Obedece todos los mandamientos de nuestro Dios, y todas las leyes que nos dio por medio de Moisés. Si haces esto, te va a ir bien en todo lo que hagas y en cualquier lugar a donde vayas.” 1 Reyes 2:3 (TLA)
Si hasta ahora has estado viviendo a tu manera sin prestar atención a los mandamientos de Dios y sin consultar con Él tus decisiones antes de tomarlas, te invito a reflexionar y a acercarte nuevamente a Dios, confíale tus planes y búscalo, Él te está esperando y desea bendecirte.
Que tu Cruz sea su luz y no permitas que el enemigo los desvié del camino.
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