La vida da muchas vueltas y a veces nos envuelve en situaciones
que de repente, sin darnos cuenta, nos limitan. Siempre que queremos empezar
algo surgen pequeñas dificultades que nos llegan a paralizar.
Cierto día, revisando las redes sociales, me encontré no sólo con uno
sino con varios testimonios de cómo personas con cierta discapacidad podían
realizar actividades como si no la tuvieran. Esto me impulsó a querer
experimentar qué haría si padecía de una e intenté caminar con los ojos
vendados en el pasillo de mi casa por un buen momento y no pude con ello. Era
increíble mi desesperación por ver el camino por donde me dirigía, a pesar de
conocer los diferentes compartimientos de mi casa. Imagino que algo así debió
sentir Zacarías cuando le fue anunciado que a su edad avanzada se convertiría
en padre y al no creer la promesa de Dios, quedó mudo.
En Lucas 1:20-22 (RVR) Podemos ver la repuesta del ángel Gabriel mientras Zacarías se encontraba en el Santuario ofreciendo incienso a Dios: Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo. Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él se demorase en el santuario. Pero cuando salió, no les podía hablar; y comprendieron que había visto visión en el santuario. Él les hablaba por señas, y permaneció mudo.
¿Te imaginas quedar mudo sabiendo que tienes la responsabilidad de anunciar mensajes importantes?
Seguro muchas personas se acercaban a hablar con Zacarías, pero por su discapacidad momentánea, él tenía que buscar la forma de comunicarse con los demás. Incluso cuando su hijo nació la gente le preguntaba, cómo se llamaría, creían que su nombre sería igual que el suyo, pero Elizabeth, su esposa, dijo que su nombre sería Juan. No les fue fácil creer esto, entonces le preguntaron a Zacarías, quien sin poder hablar respondió escribiendo en una tablilla afirmándoles lo que su esposa había dicho, y dentro de poco tiempo empezó a hablar y todos quedaron maravillados.
Imagino que durante el tiempo que Zacarías se encontraba discapacitado se sintió limitado a muchas cosas; pero si tú y yo que no tenemos ninguna discapacidad, ¿esperaremos a tener una para desarrollar los dones que el Señor nos ha dado y esforzarnos por lograr nuestros objetivos?
Si por el contrario, eres alguien que se ha esforzado por alcanzar sus metas a pesar de las limitaciones y condiciones físicas y económicas que se pudieran presentar, déjame decirte que ningún esfuerzo es en vano, no te desanimes, confía en Dios y en lo que Él desea hacer en tu vida. Tú puedes avanzar más allá de tus límites. Recuerda: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Filipenses 4:13 (RVR)
¡No hay mayor límite que el que tú puedes poner en tu camino!
En Lucas 1:20-22 (RVR) Podemos ver la repuesta del ángel Gabriel mientras Zacarías se encontraba en el Santuario ofreciendo incienso a Dios: Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo. Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él se demorase en el santuario. Pero cuando salió, no les podía hablar; y comprendieron que había visto visión en el santuario. Él les hablaba por señas, y permaneció mudo.
¿Te imaginas quedar mudo sabiendo que tienes la responsabilidad de anunciar mensajes importantes?
Seguro muchas personas se acercaban a hablar con Zacarías, pero por su discapacidad momentánea, él tenía que buscar la forma de comunicarse con los demás. Incluso cuando su hijo nació la gente le preguntaba, cómo se llamaría, creían que su nombre sería igual que el suyo, pero Elizabeth, su esposa, dijo que su nombre sería Juan. No les fue fácil creer esto, entonces le preguntaron a Zacarías, quien sin poder hablar respondió escribiendo en una tablilla afirmándoles lo que su esposa había dicho, y dentro de poco tiempo empezó a hablar y todos quedaron maravillados.
Imagino que durante el tiempo que Zacarías se encontraba discapacitado se sintió limitado a muchas cosas; pero si tú y yo que no tenemos ninguna discapacidad, ¿esperaremos a tener una para desarrollar los dones que el Señor nos ha dado y esforzarnos por lograr nuestros objetivos?
Si por el contrario, eres alguien que se ha esforzado por alcanzar sus metas a pesar de las limitaciones y condiciones físicas y económicas que se pudieran presentar, déjame decirte que ningún esfuerzo es en vano, no te desanimes, confía en Dios y en lo que Él desea hacer en tu vida. Tú puedes avanzar más allá de tus límites. Recuerda: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Filipenses 4:13 (RVR)
¡No hay mayor límite que el que tú puedes poner en tu camino!
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