El hombre malo, el hombre depravado, Es el que anda en
perversidad de boca; Que guiña los ojos, que habla con los pies, Que hace señas
con los dedos.
Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal en todo
tiempo; Siembra las discordias. Por tanto, su calamidad vendrá de repente;
Súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio.” Proverbios 6:12-15
La Palabra de Dios es suficientemente clara y
determinante en cuanto a la mentira y a la maldad en general.
Los mentirosos, los perversos, los que siempre andan maquinando
el mal, serán destruidos de repente y sin siquiera contar con la esperanza de
poder recuperarse.
Por lo cual hay que tener
mucho cuidado con minimizar las mentiras, pensando que todo el mundo lo hace, o
que nadie se da cuenta.
Como todo pecado, trae consecuencias muy desagradables. Hay
veces que la mentira se hizo tan habitual en una persona, que ya ni siquiera se
da cuenta que lo está haciendo o hasta llega a creerse sus propios engaños.
Algunos califican a ciertas mentiras como piadosas o blancas, queriendo de esta
manera restarle importancia a este pecado, sin embargo la mentira es mentira y
como tal un pecado delante de Dios.
Una de las consecuencias de la mentira es la pérdida de la
credibilidad y la confianza de las personas que nos rodean. En tal sentido
Aristóteles afirmaba: “El castigo del embustero es no ser creído aún cuando
diga la verdad.”
Seguramente cuando eras pequeño te han enseñado aquella famosa frase que decía: “las mentiras tienen patas cortas” que no es otra cosa que una versión popular de la frase de Sócrates “la mentira nunca vive hasta llegar a vieja”. Esto quiere decir que a su tiempo todo sale a luz incluso para traer vergüenza a quien ha estado engañando en lo secreto.
Hay personas que están acostumbradas a mentir y lo hacen casi
constantemente. También están aquellos que obligan a mentir a otros para
cubrirse ellos mismos. Por ejemplo ante personas que no quieren atender, dan la
instrucción: “dígale que no estoy o que después lo llamo, sabiendo que nunca lo
van a hacer”
Por lo tanto debemos tratar a la mentira como lo que realmente es: pecado. No importa si es grande o pequeña y si en el fondo se tienen buenas intenciones, la mentira como todo pecado tendrá sus consecuencias.
“Los labios mentirosos
son abominación al SEÑOR, pero los que obran fielmente son su deleite.”
Prov.12:12.
Por todo esto, si identificas áreas de tu vida en la que no eres
auténtico o has adoptado la mentira como una forma de vida, no lo tapes ni
tampoco optes por justificarte, sino que hoy puede ser una gran oportunidad
para ir delante de Dios con sinceridad de corazón y decidirte a vivir una nueva
vida libre de mentiras y engaños.
Hola, espero que estés bien, al igual que disfrutes de esta publicación, déjanos conocer tu opinión, que Dios me los bendiga siempre
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