ORACION A SAN RAFAEL ARCANGEL

Gloriosísimo príncipe celeste san Rafael,
auxiliador eterno de los hombres, 
envía tus poderosos rayos tutelares  
sobre nosotros, indefensos humanos, 
envuélvenos en tus alas 
y refúgianos con tu amorosa y enérgica luz. 


Arcángel del Señor, prodigioso san Rafael,

caudillo de los ejércitos del Todopoderoso,
emisario de la Divinidad,
amigo de tus devotos,
compañero de los caminantes,
socorro de los afligidos,
médico de los enfermos,
refugio de los perseguidos,
azote de los demonios,
tesoro riquísimo de los caudales de Dios, 
con tu sabiduría y poder 
libéranos de todo mal. 

Tu eres arcángel santo bondadoso cuidador nuestro,
y uno de aquellos siete nobilísimos Espíritus
que rodean al trono del Altísimo, 
por ello y confiados en el grande amor

que has manifestado a los hombres,
te suplicamos humildes nos cuides y protejas,
aléjanos de los peligros del alma y cuerpo,
 de los enemigos que nos acosan 
 de los difamadores, traidores, ruines y envidiosos; 
aleja toda persona que nos lastime
que nos dañe con sus malas palabras, 

con sus malas acciones, con sus malos ojos, 
aleja todo mal deseo, 
todo lo que pueda romper nuestra paz. 

Arcángel san Rafael, medicina de Dios,

te pedimos también,
con todo el fervor de nuestro espíritu 
nos concedas salud ante la enfermedad, 
y nos des ayuda para salir victoriosos
ante los dolores y padecimientos corporales,
danos protección en nuestros caminos 
y defensa ante todo aquello 
que nos cause daño y desgracia, 
en especial tiéndenos tus celestiales manos 
para solucionar lo que tanto nos aflige y preocupa: 

(pedir con gran fe lo que se desea obtener). 

No dejes de escudarnos y preservarnos 
en todos los malos momentos, 
en todas las adversidades de la vida, 
y en todas las situaciones de peligro 
para nuestros corazones y vidas.

Por último te suplicamos
nos alcances del trono de Dios,
a quién tan inmediato asistes,
el inestimable don de la gracia,
para que por medio de ella seamos un día
tus perpetuos compañeros en la gloria.

Amen. 
Rezar el Credo, Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 

Hacer la oración y los rezos con mucha fe y esperanza 
durante cinco días seguidos. 

El último día se enciende una vela azul 
y no se apaga hasta que se consuma del todo. 

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