Cada
día vemos como el odio, el rencor y la venganza van consumiendo el
mundo en que vivimos. Nadie está libre de ver familias autodestruyendose,
asesinatos en las calles, peleas, conflictos entre parejas, racismo,
discriminación, etc.
Aun podemos ver este problema dentro la
iglesia. Muchos han olvidado el amor a Dios y al prójimo, cuando Jesús dijo:
“No hay otro mandamiento mayor que éstos.” Marcos 12:31.
Dios es claro. “Todo el que ama es un hijo de Dios y conoce a Dios; pero el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.” 1 Juan 4:7-8 (NTV)
¿Cómo estas tú?
¿Estás amando a Dios, a tu familia y a tus enemigos?
¿Estás dejando que el odio te domine?
Desde hace ya varios días he estado orando, pidiendo a Dios perdón por todo lo malo que hay en mi corazón, le digo: Padre ayúdame a agradarte, quiero hacerlo. Sólo sé que necesito de ti y de tu ayuda, preciso cambios urgentes en mi corazón, en mi carácter, en mi forma de hablar y expresarme, en mi ser interior, necesito más amor dentro de mí para amarte y para amar a mi prójimo.
Te invito a que lo hagas tú también. Cada día necesitamos buscar y conocer a Dios, porque si no lo hacemos jamás conoceremos qué es el amor. Necesitamos sumergirnos en la presencia de Dios y dejar que Él haga su obra en nosotros. Sólo así sabremos amar a Dios y a nuestro prójimo.
Si has dejado crecer el resentimiento, el enojo, la amargura, el odio, los celos y todo sentimiento hostil, necesitas a Dios. Porque Dios no puede habitar en un corazón contaminado. Acércate a Él y pide que te perdone y entre en tu corazón.
No esperes otro día más, hoy debes entregar tu corazón a Cristo y dejar que Él lo limpie.
¡Dios habita en el corazón limpio!
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