He visto muchas veces caer a personas de sillas
o por apoyarse en algún objeto que no está firme.
Todos nos apoyamos en alguien o en algo, como un ser querido, alguien que nos
da la confianza para sostenernos cuando estamos muy agotados o abrumados porque
sabemos que en esa persona hallaremos fortaleza.
Es Dios quien ha puesto a nuestro alrededor a gente que es de inspiración,
fortaleza y guía, a pesar de que también son falibles, sin embargo no siempre
estarán con nosotros, ¿entonces en quién confiaremos?
Asaf, quien era un célebre músico del tiempo de David, levita y uno de los
directores de la música del templo, dijo en el Salmo 73: 22-26: Tan torpe era
yo, que no entendía; era como una bestia delante de ti. Con todo, yo siempre
estuve contigo; me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo,
y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y
fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; más la
roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.
En realidad todos somos torpes, nos equivocamos, tomamos decisiones malas hasta
somos tercos, orgullosos y demás; pero debemos permanecer a pesar de todo
apoyados en Dios porque Él es quien nos guía y no nos desecha. La gente nos
desecha cuando cometemos un error o les fallamos, ya no confía en nosotros,
pero ocurre de manera diferente con nuestro Señor.
Él permanece con nosotros, nos perdona, restaura, fortalece y transforma
nuestro ser, es en quién debemos apoyarnos siempre, en todo tiempo y
circunstancia porque su amor no cambia por nosotros.
Apóyate en la Roca firme y aunque caigas Él te levantará.