Porque
el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía. Job
3:25
Un compañero de trabajo me compartió esta historia acerca de un matrimonio: Cada vez que ellos estaban acostados y a punto de dormirse, la mujer le decía a su marido:
Creo
que escuché un ruido, abajo en la cocina, porque no vas a ver, tal vez sea un
ladrón. Como esto sucedía por años noche, tras noche, el esposo se levantaba
cada vez y aunque disgustado interiormente, sabía que la manera más rápida de
volver a dormir, era ir y confirmar que nada pasaba. Ya casi formaba parte de
su rutina.
Y
esto sucedía así de manera recurrente por mucho tiempo, pero una noche, otra
vez un ruido, la mujer le dice a su esposo, levántate, ve a ver si es un ladrón
que entró a nuestra casa. El esposo una vez más y con resignación, se levantó
para hacer su chequeo de rutina y cuando va a la parte de abajo, se encuentra
con un hombre que lo estaba apuntando con un arma. Le dijo: Deme su dinero ya
mismo, si no quiere que le dispare. El esposo le dio el dinero y el ladrón se
aprestaba a salir huyendo tan rápido como podía. Entonces el hombre le dijo:
espere, no se vaya, mi esposa hace veinte años que me habla de usted, no se va
a ir sin conocerla....
Si bien es sólo una historia, esto refleja, cómo algunas personas encaran la vida y sus pensamientos acerca del futuro, viven en temor de que algo malo suceda o de recibir una mala noticia. El ser humano por naturaleza tiene mayor tendencia a pensar lo negativo que lo bueno que pudiera suceder. Es como decir que hay más expectativas de que algo malo suceda, que por esperar algo agradable y positivo.
De
tal manera, una madre espera a su hijo que tardó más de lo previsto y cada
minuto que pasa crece la tensión pensando en todo lo malo que podría haberle
pasado en la calle. Otros temen al futuro, a la enfermedad, al fracaso, a la
vejez y a tantas cosas más que sería largo de enumerar.
Es como si viviéramos por adelantado, los impactos negativos de una mala noticia o una circunstancia desagradable y esto nos llena de tensión, afecta físicamente, la mente no encuentra paz y por supuesto estamos demasiados preocupados como para orar.
La Biblia dice que sin fe es imposible agradar a Dios, por lo cual y teniendo en cuenta que el temor es lo contrario a la fe, podemos concluir sin duda que cuando tememos estamos desagradando profundamente a Dios con nuestra actitud.
Otra cita bíblica, nos dice que el temor, lleva en sí castigo, y realmente es así cuando por esta razón vivimos en angustia, preocupación e inseguridad constante, como si algo malo estuviera a punto de suceder, creo que esto afirma la expresión bíblica de "castigo". Porque vivir de esa manera, nos quita la paz, incluso puede llegar a enfermarnos, cuando las presiones y tensiones se acumulan sobre nosotros.
Recuerda que el temor te paraliza, el que tiene miedo no se mueve, busca la seguridad y al no moverte por temor puedes perder preciosas oportunidades que Dios mismo te está presentando.
Decide hoy enfrentar el gigante del temor, lleva cada pensamiento cautivo a la obediencia de Cristo, sé libre y de tal manera podrás disfrutar de todas las bendiciones que Dios preparó para tu vida.
Espera lo bueno, con fe y una actitud de seguridad en las manos de nuestro Padre.
Hola, espero que estés bien, al igual que disfrutes de esta publicación, déjanos conocer tu opinión, que Dios me los bendiga siempre