DECENARIO AL ESPÍRITU SANTO

A la Divina Esencia, Dios único, verdadero, dedico este pequeño DECENARIO, para honrar con él a las tres distintas Personas que en Ti existen y naturalmente tienen con el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo.


Las tres Personas son Dios, sin que por ser las tres Dios, haya tres dioses; las tres sois el único y solo Dios a quien yo adoro, amo, alabo, glorifico, ensalzo y bendigo, sirvo, reverencio y rindo todos los homenajes que yo debo a mi Dios, Dueño y Señor, reconociendo en las tres distintas Personas el único Dios a quien sirvo, por ser las tres distintas Personas la sola Esencia Divina.


¡Oh mi único Dueño y Señor! Ante tu grandeza, parece justo que yo me atreviera a moverme, temblando de temor y de respeto; pero, cuando esto quiero hacer, siento que de lo más íntimo de mi alma se levanta un amor de hijo para con el más verdadero Padre y Padre el más cariñoso de todos los Padres, y esto, lejos de hacerme temer, me llena de una tan dilatada confianza en Vos, que no hallo cosa a que esta tan grande confianza yo pueda comparar.


Y sí, ¡Padre amantísimo!, como habla y pide un hijo, así yo os comunico a Vos, Padre dulcísimo y amabilísimo, la grande pena de mi corazón y el ardiente deseo que ya tantos años tiene mi alma, y mi pena es que no es conocida la tercera Persona a quien todos llamamos Espíritu Santo, y mi deseo es que le conozcan todos los hombres, pues es desconocido aun de aquellos que te sirven y te están consagrados.


Envíale nuevamente al mundo, Padre amantísimo, que el mundo no lo conoce; envíale como Luz que ilumine las inteligencias de todos los hombres, y como fuego, y el mundo será todo renovado.


¡Ven, Santo y Divino Espíritu! ¡Ven como Luz, e ilumínanos a todos! ¡Ven como fuego y abrasa los corazones, para que todos ardan en amor divino! Ven, date a conocer a todos, para que todos conozcan al Dios único verdadero y le amen, pues es la única cosa que existe digna de ser amada. 


Ven, Santo y Divino Espíritu, ven como Lengua y enséñanos a alabar a Dios incesantemente, ven como Nube y cúbrenos a todos con tu protección y amparo, ven como lluvia copiosa y apaga en todos el incendio de las pasiones, ven como suave rayo y como sol que nos caliente, para que se abran en nosotros aquellas virtudes que Tú mismo plantaste en el día en que fuimos regenerados en las aguas del bautismo.


Ven como agua vivificadora y apaga con ella la sed de placeres que tienen todos los corazones; ven como Maestro y enseña a todos tus enseñanzas divinas y no nos dejes hasta no haber salido de nuestra ignorancia y rudeza.


Ven y no nos dejes hasta tener en posesión lo que quería darnos tu infinita bondad cuando tanto anhelaba por nuestra existencia.


Condúcenos a la posesión de Dios por amor en esta vida y a la que ha de durar por los siglos sin fin. Amén.


Divina esencia: recibe este DECENARIO que os dedico y que todo sea para provecho de las almas, fin glorioso; pues en ello tenéis Vos vuestra mayor honra y gloria, y porque sois Dios infinito en bondades, os pido, Señor, me deis el consuelo de verte amado de mí y de todas las criaturas, en el tiempo y en la eternidad, y que sea de todos conocido tu Santo y Divino Espíritu.  

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