Tiene sentido orar ¿De qué sirve la oración? Hay personas que sonríen al oír estas preguntas y piensan que orar
es un monólogo mediante el cual la gente trata de persuadirse de ciertas
cosas.
Pero no es cierto. Orar, es decir, hablar
con el Dios viviente, eterno, todopoderoso, es algo indispensable para el
creyente. Él tiene que hablar con su Dios y se le permite hacerlo, porque Dios
oye y contesta las oraciones. Pero hay algo que Dios desea de nosotros: que
oremos confiando en su amor y omnipotencia, dejando en sus manos la manera en
que vaya a responder.
Al lado de la oración, que a menudo la
convertimos en un pedido a nuestro favor, Dios nos concede la posibilidad de
interceder, es decir, de orar por los demás. No nos cuesta orar por los que
amamos y apreciamos, pero el Señor Jesús exige también que intercedamos por los
que no nos quieren o nos hacen daño. Si nos dejamos mover por el amor de Dios,
también podremos hacer tales intercesiones.
Existe aún otro motivo para hablar con Dios: el
agradecimiento. Debemos darle las gracias por todo lo que nos dio mediante el
Señor Jesús y por todo el bien y cuidado que recibimos diariamente de su parte.
Estrechamente ligada con el agradecimiento está la alabanza.
Podemos celebrar a Dios por lo que él es y por
lo que nos permite experimentar. Y ¿Cuál es el resultado, cuando nuestra
oración llega a ser alabanza y loor? Hará que nuestros corazones estén
felices.
Salmo
65:2: Tú oyes la oración; a ti vendrá toda carne.
Salmo 32:6: Por esto orará a ti todo santo en el
tiempo en que puedas ser hallado.
Mateo 6:6
Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y
ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en
secreto, te recompensará
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