Recuerdo que hace unos años atrás, tres amigas me hicieron mucho
daño con sus chismes. Llegué a odiarlas tanto, que su sola presencia me
infundía mucha rabia, no soportaba verlas. Este hecho terminó haciéndome daño a
mí misma y a afectar mi comunión con Dios.
Un día el Señor habló a mi corazón y me dijo que debía
perdonarlas, entonces decidí hacerlo. Entendí que perdonar no se lograba de la
noche a la mañana, sino que requería tiempo. Cada día le pedía a Dios que me
ayudara a perdonarlas y bendecirlas. Fue un proceso largo pero gracias a su
ayuda lo logré; dejé de tener esos pensamientos y sentimientos negativos hacia
ellas, empecé a verlas con amor.
Muchas personas viven años odiando a quienes en el pasado les
hicieron daño, prefieren vivir esclavos del odio, la amargura y la venganza en
vez de ser libres de éste tipo de ataduras.
La falta de perdón es muy común en este mundo, puesto que las
personas piensan que al odiar a su agresor le están haciéndole daño solo a él,
sin darse cuenta que el daño se lo están haciendo ellos mismos y en la mayoría
de los casos, a sus seres queridos también. La amargura es como un tipo de
cáncer que se enraíza en el corazón y crece hasta destruir por completo una
vida.
Dios en su palabra dice: “Si perdonas a los que pecan contra ti,
tu Padre celestial te perdonará a ti; pero si te niegas
a perdonar a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados.” Mateo 6:14-15
Ya no permitas que el odio y la amargura se apoderen de tu vida,
hoy te insto a que seas libre de esa esclavitud, verás que cuando tú decidas
perdonar sentirás libertad y paz en tu corazón.
Hola, espero que estés bien, al igual que disfrutes de esta publicación, déjanos conocer tu opinión, que Dios me los bendiga siempre
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