Un niño de doce años, que miraba
desde la ventana, se fijó en que sólo la boya (señal flotante que se coloca
sobre el agua, sujetándola al fondo, para marcar un lugar, señalar un sitio
peligroso o un objeto sumergido) flotaba serenamente en aquel turbulento mar y
se mantenía en su lugar a pesar de los vientos fuertes.
El niño comentó con los demás que la boya era la única cosa que había allí
afuera que parecía no tener miedo, porque aunque se hundía de vez en cuando,
siempre volvía a subir sin daño y en el mismo lugar.
Entonces el papá les explicó que la boya se mantenía firme a pesar del viento fuerte porque estaba amarrada a un ancla en el fondo del mar.
Al igual que la boya, que, a pesar de los vientos y movimiento de las aguas, permanece en su lugar.
Cuando nuestra confianza en Dios está anclada en Cristo, podemos enfrentar cualquier dificultad que se aproxime; sin temor; y con la paz que él nos da. Sean tiempos de sufrimiento, de desesperanza, junto a él, podremos permanecer en pie.
Entonces el papá les explicó que la boya se mantenía firme a pesar del viento fuerte porque estaba amarrada a un ancla en el fondo del mar.
Al igual que la boya, que, a pesar de los vientos y movimiento de las aguas, permanece en su lugar.
Cuando nuestra confianza en Dios está anclada en Cristo, podemos enfrentar cualquier dificultad que se aproxime; sin temor; y con la paz que él nos da. Sean tiempos de sufrimiento, de desesperanza, junto a él, podremos permanecer en pie.
El apóstol Pablo pasó por situaciones adversas, fue encarcelado, azotado, perseguido, por tan sólo predicar el evangelio, y sin embargo, su fe nunca menguó, al contrario, él decía: para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Pablo tenía la plena convicción de que debía vivir confiando en el Señor a pesar de los impertinencias de la vida. Y tal era la paz que sentía pues sabía en quién había creído y en quién estaba puesta su fe.
Juan 16:33 también nos dice “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Jesús nos enseña que las aflicciones son parte de la vida, que habrá tiempos de dolor pero que en esos momentos debemos confiar en Él y disfrutar de la paz que proviene de él.
Aunque estemos por desfallecer sigamos confiando porque no existe mayor bendición como la de una perfecta confianza en el Señor.
Hola, espero que estés bien, al igual que disfrutes de esta publicación, déjanos conocer tu opinión, que Dios me los bendiga siempre