HAS PENSANDO VENGARTE

Cuenta una historia que hace muchos años el favorito de un sultán tiró una piedra a un dervis (Un monje turco o persa que profesa la pobreza extrema) El ultrajado recogió la piedra sin decir nada y se la guardó, pensando: “Con ella me vengaré cuando se presente la ocasión”








Pasado cierto tiempo, un día oyó un gran griterío en la calle; el favorito había caído en desgracia y era conducido sobre un camello y expuesto a los insultos de la multitud por orden del sultán.

El dervis se dijo: “Ahora llegó la ocasión”, y corrió por la piedra que tenía guardada, pero volviendo en sí, la arrojó a un pozo, diciendo: “Ahora comprendo que jamás es justa la venganza; porque si nuestro enemigo es poderoso, entonces es imprudencia y locura, si desgraciado, es bajeza y crueldad”

¿Estás pensando en vengarte? Todos en alguna oportunidad hemos tenido ganas de hacer justicia con nuestras propias manos cuando en mayor o menor medida nos hemos visto afectados por alguien.

No des lugar a pensamientos de venganza, recuerda lo que dice Romanos 12:19:

“No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (RVR1960)

Dios paga a cada uno de acuerdo a sus actos, Él es el mejor Juez y conoce los corazones de cada uno de nosotros, si le entregamos nuestra causa, Dios se encargará de hacernos justicia a su debido tiempo.

No permitas que la amargura o el rencor aniden en tu corazón alimentados por un deseo de venganza; entrégale a Dios tu problema y descansa en Él porque su justicia es perfecta y verás la mano de Dios obrando a tu favor.

Recuerda que muchas veces, cuando actuamos dirigidos por el simple deseo de venganza, obramos ciegamente y sin sabiduría al calor de nuestras emociones. Al querer vengarnos, corremos el riesgo de caer en lo que decía el dervis de la historia: “Ahora comprendo que jamás es justa la venganza; porque si nuestro enemigo es poderoso, entonces es imprudencia y locura, si desgraciado, es bajeza y crueldad”.

No es tarea nuestra tomar venganza, mejor es esperar en Dios, permitiendo que los malos sentimientos desaparezcan y su paz invada nuestras vidas.

Confía en Dios y permite que Él sea quien te defienda. 
 

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