Un niño estaba de pie en la playa viendo a un barco de
pesca bordear la costa, hacía muchas señales para llamar la atención de los
pasajeros. Cerca de él había un hombre que lo estaba observando y le dijo:
Pero inesperadamente el barco viró y se acercó a la orilla. Echaron un bote al
mar en el que fueron a recoger al niño.
Una vez a bordo, el gritó desde la cubierta: “¡Caballero, no soy tonto; el capitán del barco es mi padre!”.
Una vez a bordo, el gritó desde la cubierta: “¡Caballero, no soy tonto; el capitán del barco es mi padre!”.
Muchas veces los problemas y algunas personas intentarán desanimarte a que sigas confiando y esperando que Dios haga algo a tu favor; es precisamente en esos momentos en los que debes recordar que el Creador del cielo y la tierra es tu Padre, el único capaz de cambiar las circunstancias que estás viviendo tan sólo porque tú se lo pidas, porque no eres un desconocido sino su hijo y El está atento a tu clamor.
Ten fe y acércate a Dios creyendo que existe; que nada ni nadie te haga dudar de su amor y poder, porque como dice en Mateo 7:11 “Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón Dios, su Padre que está en el cielo, dará buenas cosas a quienes se las pidan”.
A pesar de su silencio en algunas ocasiones o de creer que ya no hay una solución para tu situación, mantén tu vista y confianza sólo en Dios; sin importar lo que digan los demás ni lo que por el momento estés alcanzando a ver, sigue clamando y ten la seguridad de que Él está escuchando cada una de tus oraciones, que al igual que el padre del niño de la playa, te rescatará porque te ama y tiene cuidado de ti.
No hay clamor que nuestro Padre Celestial no oiga, ni dolor que ignore, su
Omnipotencia, Misericordia y Amor están disponibles para ti todos los días.