Es increíble, pero lamentablemente es una realidad. Muchos
matrimonios sufren de soledad individual!
Es evidente que una de las razones más
importantes por las que Dios creó el Matrimonio, fue resolver un asunto de
soledad y que ambos desarrollaran un compañerismo tal que pudieran verse como
una sola carne.
Cuando dos personas se unen en Matrimonio,
sueñan con una vida juntos para toda la vida. Sus anhelos e ilusiones tienen que ver con una vida, juntos
felices y para siempre. Nadie se casa pensando que se va a separar o a
divorciar en un futuro. Nadie se casa pensando que la relación no va a
funcionar. Todos nos casamos pensando que esa persona con la que estamos
uniendo nuestra vida, es la persona perfecta para nosotros.
Sin embargo, con el paso del tiempo, descubrimos
diferencias que tienden a separarnos; muchos caen en la apatía y la rutina insulsa de la
vida; no cuidan de su compañerismo y empiezan a separarse emocionalmente poco a
poco, hasta que el compañerismo que los unía se va perdiendo; y entonces
experimentan una horrible sensación de soledad.
Cuando la Biblia nos enseña que “seremos una
sola carne”, habla de un nivel de intimidad y compañerismo inseparable. Dos
compañeros que emprenden juntos la aventura de la vida, en la que formarán una
familia y encontrarán muchas alegrías, muchos sinsabores, muchos éxitos y
muchos fracasos, tiempos de paz y tiempos de guerra, encontrarán tiempos de
felicidad y también tiempos de tristeza. Pero lo más importante es que esos dos
compañeros estén dispuestos a apoyarse mutuamente tanto para disfrutar de las
cosas buenas de la vida, como para enfrentar las dificultades, unidos como un
solo bloque.
Eclesiastés
4:9-11 Mejor son dos que uno, pues reciben mejor paga por su
trabajo. Porque si caen, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del que está
solo! Cuando caiga no habrá otro que lo levante. También, si dos duermen juntos
se calientan mutuamente, pero ¿cómo se calentará uno solo?
En una vida de compañerismo, si uno cae, se equivoca, o falla, o hace algo indebido; la función del
otro es “levantarlo”, animarlo, apoyarlo; no criticarlo, ni juzgarlo, ni
acusarlo. Dos compañeros de viaje, están pendientes si su compañero se resbala,
para inmediatamente tenderle una mano y levantarlo. Pero muchos matrimonios
hacen lamentablemente lo contrario. Si el cónyuge comete un error, ahí mismo le
caen encima, lo acusan, lo juzgan, lo critican con una actitud realmente
destructora del compañerismo que se supone deben vivir.
Cuando se cometen errores, se debe hablar del tema, pero de forma constructiva, expresándose mutuamente el apoyo necesario
para procurar que no se vuelvan a cometer esos errores. El enfoque sería algo
como: “Mi amor, no te preocupes, quiero que cuentes conmigo para ayudarte en lo
que sea necesario, así como yo cuento contigo para evitar cometer errores, pero
si los cometemos, siempre nos apoyaremos y juntos saldremos adelante.” Dios
bendice y prospera los matrimonios “compañeros”.
Si tu matrimonio ha sufrido o sufre de
“soledad”, si has estado distante, pídele perdón a tu cónyuge y toma la
decisión de convertirte en el (la) mejor compañero(a) de tu cónyuge. Toma la
decisión de no juzgarle, de no criticarle, de no maltratarle
en modo alguno. Más bien toma una actitud de “compañero” que siempre estará
ahí para levantar al otro. Hoy por ti, pero seguramente mañana por mí!
Génesis2:18 Después dijo Jehová Dios: «No es bueno que el hombre esté solo: le haré ayuda idónea para él».
Génesis2:24 Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne.
Génesis2:18 Después dijo Jehová Dios: «No es bueno que el hombre esté solo: le haré ayuda idónea para él».
Génesis2:24 Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne.
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