Cuenta
la historia de un hombre llamado Pedro, uno de los discípulos de Jesús que se
caracterizaba por ser impulsivo, emprendedor y un gran siervo para las tareas
que el Señor le encomendaba, por ello siempre se lo veía al lado de Jesús.
Pero hubo un momento en el que el maestro le preguntó a su discípulo: “Pedro, ¿Me amas?” Imagino la cara que puso Pedro al oír estas palabras de Jesús, tal vez hasta se sintió ofendido y por su mente pasaban pensamientos como este: “¿Por qué me pregunta esto, si siempre estoy a su lado, listo para hacer la obra que me encomendará?”.
Entonces él respondió: “¡Señor, claro que te amo!” Pero Jesús le vuelve a preguntar una y otra vez más. Entonces, Pedro comienza a entender la profundidad de la pregunta de su Señor.
Poco tiempo después cuando Jesús y sus discípulos iban de camino al monte de los olivos, dijo: Esta noche, todos ustedes me abandonarán…Pedro declaró: Aunque todos te abandonen, yo jamás te abandonaré. Jesús respondió: Te digo la verdad, Pedro: esta misma noche, antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me conoces. ¡No! —Insistió Pedro—Aunque tenga que morir contigo, ¡jamás te negaré! (Mateo 26:33-35)
Sólo habían pasado unas cuantas horas desde que Pedro le dijo a Jesús: "Aunque tenga que morir junto a Ti, no te negaré", y ya lo había negado rotundamente; y al recordar que Jesús le había dicho que así pasaría lloró amargamente, expresando así su arrepentimiento.
Tal vez la presión del momento o el temor a tener el final que Jesús tuvo lo hizo actuar de esa forma, pero finalmente lo hizo, negó conocer a Jesús.
Cuando todo nos va bien somos capaces de hacer grandes cosas por Jesús, pero en el momento de la prueba retrocedemos y hasta negamos lo que anteriormente habíamos dicho con pasión.
Pedro negó a Jesús, su Salvador; ¿Y no lo negamos nosotros también?. Tal vez no al decir que no lo conocemos, pero sí con nuestras actitudes, con la falta de respeto hacia nuestros padres, autoridades, hermanos.
Puede que estos días no hayan sido fáciles para ti, por ello has olvidado a quién seguías, de quien dependías, a quien le prometiste tu vida y lo has negado con tus actitudes, tu forma de hablar y con tu vida misma. Pero déjame decirte que a pesar de todo ello: ¡El aún está ahí! Esperando que te des vuelta para recibirte con un abrazo de misericordia y amor.
Cuando Jesús volvió a ver a Pedro lo encontró haciendo lo que hacía antes como lo había conocido, pero el amor del Maestro tocó el corazón de Pedro y ahora vemos un discípulo restaurado hablando con denuedo de su Señor, proclamando las buenas nuevas y seguramente recordado dentro de él lo que había pasado en su vida y cambiando su futuro, devolviendo con pasión y verdadero amor todo lo que Jesús había hecho por él.
Jesús quiere restaurar tu vida y perdonarte si alguna vez lo negaste. Él quiere concederte nuevas oportunidades y perfeccionarte día a día. Así que, a pesar de todas las falencias de tu carácter, debes perseverar porque Él sigue obrando en tu vida.
"Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo." Hebreos 12:3 (NVI)