Cuando un niño va creciendo debe ir alimentándose de acuerdo a lo que su cuerpo
le exige, cuando cumple aproximadamente los 6 meses debe comenzar a variar su
alimentación con papilla, por ejemplo. El bebé no puede seguir solamente
tomando la leche materna, pues ésta solamente le ayuda los primeros meses
y ya después debe también recibir otras vitaminas y proteínas que le ayudarán
en su crecimiento.
Al igual que esta realidad, Dios hace una comparación acerca de nuestra vida espiritual y nuestro crecimiento como hijos de Dios.
Tal vez algunos siguen tomando leche durante muchos años pues, por miedo o conformismo, no se animan avanzar y crecer. Se puede observar cómo varias personas que llevan años en la vida cristiana siguen en el mismo punto de partida, no ha existido avance ni frutos a lo largo del tiempo que están conociendo de Dios.
¿Eres uno de ellos? Es una buena oportunidad de preguntarnos si seguimos con el mismo grado y estatura con la que conocimos a Dios hace tiempo. Estamos esperando que todos nos sigan diciendo que hacer, no tomamos responsabilidades, retos e incluso no atendemos al llamado que Dios está haciendo. Nuestra fe es tan frágil por falta de alimento sólido que seguimos esperando que alguien ore y haga nuestro trabajo, cuando nosotros ya deberíamos estar aptos para enfrentar toda prueba y ser quienes enseñen a otros a crecer espiritualmente.
“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” Hebreos 5:11-14 (RV-1960)
Al igual que esta realidad, Dios hace una comparación acerca de nuestra vida espiritual y nuestro crecimiento como hijos de Dios.
Tal vez algunos siguen tomando leche durante muchos años pues, por miedo o conformismo, no se animan avanzar y crecer. Se puede observar cómo varias personas que llevan años en la vida cristiana siguen en el mismo punto de partida, no ha existido avance ni frutos a lo largo del tiempo que están conociendo de Dios.
¿Eres uno de ellos? Es una buena oportunidad de preguntarnos si seguimos con el mismo grado y estatura con la que conocimos a Dios hace tiempo. Estamos esperando que todos nos sigan diciendo que hacer, no tomamos responsabilidades, retos e incluso no atendemos al llamado que Dios está haciendo. Nuestra fe es tan frágil por falta de alimento sólido que seguimos esperando que alguien ore y haga nuestro trabajo, cuando nosotros ya deberíamos estar aptos para enfrentar toda prueba y ser quienes enseñen a otros a crecer espiritualmente.
“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” Hebreos 5:11-14 (RV-1960)
Hoy te animo a que anheles ese alimento sólido, busca crecer más, no te quedes estático, no permitas que el conformismo o el temor te dejen abajo.
Busca crecer y llegar a la estatura que Dios busca de ti. Es hora de madurar.