SALMO 87 - SALMO DESDE LA SOLEDAD Y LA INCOMUNICACIÓN

Tú eres, Señor, el Dios de mi salvación. Me siento mal; por eso clamo ante ti día y noche. Tú que eres bueno, acoge mi súplica, mi grito de dolor; Tú que estás cercano a mi vida, échame una mano. Me siento saturado de tensiones y conflictos; mi vida está al borde del fracaso y no tengo salida. Me siento como un hombre acabado, solo, incomunicado, y no tengo fuerza para abrir mi dolor a nadie.

Así; como un objeto de deshecho, gastado, consumido, me encuentro al borde del precipicio. ¡Estoy solo, Señor! Tengo la sensación de que te has olvidado de mí; siento como si me hubieran arrancado de tu mano. Estoy sumergido en lo profundo de mi problema; y me rodea las tiniebla y no veo en la noche; sobre mí cae una losa pesada y negra; y mi vida se va como si una ola brava la llevase. Estoy solo, Señor. Mis amigos, están distantes.

Estoy cerrado y sin salida. Me consumo en la pena. ¿No se dan cuenta, Señor, de que sufro y lloro? Te llamo, Señor, tiende hacia mí tus manos de ternura. Haz un signo de bondad con mi pobre vida. Que tu amor rompa el hielo que me bloquea. Rompe las barreras que cercan mi ansiedad y mi angustia, y que tu misericordia haga salir el sol sobre mí. Yo grito desde mi soledad; a Ti abro mi dolor. Desde la madrugada va a tu encuentro mi oración. No me ocultes tu rostro: sólo te tengo a Ti.

Acógeme y cubre de ternura mi corazón dolorido. Me siento desdichado, me siento confundido. He soportado el peso de la vida y no puedo más. Estoy lleno de miedos y los fantasmas me cercan.

¿Dónde estás, Señor, que no te veo, ni te siento? Aunque estoy solo como un grano de arena en el desierto; aunque estoy solo como cardo en la estepa, mi corazón te busca y quiere tu compañía; yo sé que siempre respondes al corazón afligido. Señor, eres el Dios de mi salvación: ¡Ayúdame! Señor, eres la luz en mi noche obscura: ¡Ilumíname! Señor, eres la fuerza en mi debilidad: ¡Fortaléceme! Señor, eres mi única compañía en esta soledad: ¡Ámame!

TE PUEDE INTEREZAR