SALMO 114 - SALMO AL ÚNICO DIOS VERDADERO

A tu nombre, Señor, damos la gloria ahora y por siempre. Por tu amor, por tu lealtad, te alabamos como hijos. Tú eres Dios, presente en medio de nosotros, día a día; eres Dios, cercano y entrañable como verdadero amigo. 

Nos han preguntado a quemarropa: «¿Dónde está su Dios?» Se han reído y burlado de nosotros diciendo que no existes. Nos machacan con la publicidad y quieren borrar tu imagen.

Nos atacan por un lado y el otro, y no logran el desquite. Tú estás en los cielos de allá arriba y en los de aquí abajo. Tú habitas el corazón del hombre que es justo y limpio, y se abre a tu misericordia y a tu ternura. Tú eres una experiencia de amor profundo; no eres un mito. Nos alegramos, Señor, de no poder comprenderte del todo, ni abarcarte.

No eres idea, no eres «razones» que busco a mi ceguera; no eres «fantasma» que cuelgo en mis archivos y que domino; sólo Tú ERES y soy feliz de estar ante tu presencia. Eres Amor; Amor que busco y que he encontrado en tu Enviado; eres Verdad; Verdad que busco y he encontrado en Jesucristo; eres Libertad; Libertad que busco y he encontrado en el Libertador; eres Belleza; Plenitud que busco y he encontrado sólo en tu Hijo.

Tú eres, Señor, el Manantial profundo de donde nace mi pobre río; Tú eres, Señor, la Raíz encendida de donde surge mi pobre árbol; Tú eres, Señor, la Razón y el Sentido de mi existencia como hombre; Tú eres, Señor, Revelación plena y total en el Hijo Amado. Mi Dios es un Dios manifestado en Jesús de Nazaret; mi Dios es un Dios dado a conocer en un Rostro humano; mi Dios vive resucitado en Jesús, vencedor de la muerte; mi Dios está vivo en su Espíritu y lo siento a mí bien cercano. 

Los ídolos, Señor, son de barro y caen con el viento; son de paja y se deshacen con el fuego de una noche; los ídolos son crueles, son tiranos, son rabiosos, y dominan los corazones hasta encarcelarlos con barrotes.

No dejes, Señor, que nuestro corazón vaya tras el humo; no dejes, Señor, que nuestro corazón busque lo que está podrido; no dejes, Señor, que nuestro corazón se desfigure con el lodo; no dejes, Señor, que nuestro corazón se vaya en pos de unos ídolos. Sabemos dónde estás, oh Dios: estás en medio de nosotros. Sabemos dónde estás, Señor: estás en el que te busca y a Ti clama.

Sabemos dónde estás, Señor: estás donde hay amor verdadero. Sabemos dónde estás, oh Dios: estás en nuestra tierra desolada.Y sabemos dónde no estás: donde hay odio, donde hay soberbia. Y sabemos dónde no estás: donde hay corrupción y libertinaje. Y sabemos dónde no estás: donde hay injusticia y robo. Y sabemos dónde no estás: donde hay mentira y disfraces.

TE PUEDE INTEREZAR