SALMO 52 - SALMO DEL HOMBRE SIN DIOS

A mi lado, Señor, hay quien dice: «¡No hay Dios!». Mis ojos han visto hombres que se ríen y mofan de Ti. Yo sé de hombres y mujeres, Señor, que pasan de Ti. Yo sé de jóvenes, Señor, que nunca te buscaron, ni se inquietan por dar a sus vidas un sentido de trascendencia.

Sus vidas gritan, claman: «¡Dios no existe; no lo he visto!» Señor, siento que mienten cuando niegan tu existencia, pues he visto sus vidas manejadas por «mil dioses falsos»; he visto cómo el dios del dinero les asfixia y esclaviza; cómo el dios del placer les domina y lanza en la basura; cómo el dios de la droga los lleva hasta la muerte; cómo el dios del juego les hace vivir de sorpresa en sorpresa; cómo el dios de la violencia les lleva a matar todo lo que tocan; cómo el dios de lo superficial, de lo vacío, les lleva hasta el hastío.

Y dicen con mentira: «No hay Dios»; y dicen que «no necesitan de Dios». Señor, cuando tú faltas en nuestras vidas nos volvemos salvajes; cuando el hombre prescinde de Ti, su conducta se hace insoportable; cuando el hombre se aparta de tu ley se sume en la ley de los sin ley; cuando el hombre se aleja de Ti en su vida aparecen los ídolos- tiranos.

Sin Ti, Señor, la libertad se vuelve libertinaje duro y cruel; sin Ti, Señor, el amor se vuelve egoísmo insaciable y demoledor; sin Ti, Señor, el corazón se hincha de soberbia y prepotencia; sin Ti, Señor, los otros se convierten en enemigos que hay que abatir.

Cuando Tú faltas del corazón del hombre, la vida se vuelve absurda; cuando dejas de ser Tú el principio que anima la existencia, el comportamiento del hombre se hace ley de selva. Cuando el corazón no te ama, cuando la vida no cuenta contigo; cuando el hombre deja de ser religioso, abierto a Ti, el hombre, Señor, vive sin normas, sin leyes, sin respeto.

Señor, sin tu presencia el mal que nos rodea se hace ley; sin tu presencia no cuenta el hombre, sino el poder y más poder: sin tu presencia el corazón se entrampa, se mete en juego sucio; sin tu presencia todo está permitido con tal que el egoísmo crezca.

Donde está el odio y la venganza, Señor, allí no estás Tú; donde está la suciedad y la lujuria desenfrenadas, allí no estás Tú; donde está el orgullo, la soberbia y prepotencia, allí no estás Tú; Señor, donde está la mentira y la calumnia, allí no estás Tú; donde está el miedo y la opresión, allí no estás Tú.

Señor, «no hay Dios» cuando los nos dejamos de querer; no existes Tú en nuestras vidas, cuando nos damos al orgullo; te haces extraño cuando el egoísmo es la ley de convivencia; «no hay Dios» cuando el rencor y la envidia habitan nuestra vida.

Señor, mira este corazón del hombre falso y mentiroso; mira este corazón del hombre duro y sin entrañas; mira este corazón del hombre metido en el juego sucio; mira este corazón del hombre insoportable cuando le faltas Tú.

Danos, Señor, capacidad de amar y perdonar a nuestro hermano; danos capacidad de vivir compartiendo con el que necesita; danos capacidad de acoger y comprender al hombre solo; ENTONCES, con nuestra vida, diremos ¡DIOS EXISTE: ES AMOR!

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